En
comparación con marzo del año pasado, las últimas observaciones del satélite
europeo Sentinel-5P muestran un acusado descenso en las concentraciones de
dióxido de nitrógeno en grandes ciudades europeas como Madrid, Barcelona, París
y Milán. Las medidas de contención para frenar la pandemia de COVID-19 están
produciendo este efecto temporal positivo.
La
enfermedad COVID-19 provocada por el nuevo coronavirus se ha propagado con gran
rapidez por el planeta, con cerca de 725 000 casos confirmados. Para frenar la
propagación de esta pandemia se están aplicando en todo el mundo medidas
estrictas para contenerla, cerrando ciudades e incluso países enteros.
El
satélite Sentinel-5P muestra una fuerte reducción en las concentraciones de
dióxido de nitrógeno en ciudades como Madrid, Barcelona, Milán y París.
Este
cese de la actividad se ha visto reflejado en una reducción significativa de
las concentraciones de los contaminantes, sobre todo en grandes ciudades.
Coincidiendo con la adopción de medidas de cuarentena, el satélite europeo
Sentinel-5P del programa Copernicus ha cartografiado recientemente la polución
en Europa y China, confirmando una importante disminución del dióxido de
nitrógeno (NO2), uno de las principales sustancias nocivas que emiten los
vehículos y la industria.
Científicos
del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos (KNMI) han utilizado datos
de Sentinel-5P para monitorizar tanto el estado del tiempo como la
contaminación en Europa. De esta forma se ha confirmado una fuerte reducción en
las concentraciones de NO2 sobre ciudades europeas como Madrid, Barcelona,
Milán y París.
En
Mapas comparativos con las concentraciones de dióxido de nitrógeno en Francia
entre marzo de 2019 y 2020
Las imágenes
por satélite muestran las concentraciones de dióxido de nitrógeno entre el 14 y
el 25 de marzo de 2020 en comparación con la concentración media mensual de
2019. Henk Eskes, del KNMI, explica por qué eligieron esas fechas: “Las concentraciones de este contaminante
varían de un día a otro por los cambios meteorológicos. No es posible extraer
conclusiones basándose únicamente en los datos de un día. La química de nuestra
atmósfera no es lineal”.
“Así –añade–, la caída porcentual de las
concentraciones puede diferir ligeramente de la caída en las emisiones. Los
modelos de química atmosférica, que observan los cambios diarios en el tiempo
meteorológico, deben combinarse con técnicas de modelización inversa para
cuantificar las emisiones a partir de observaciones por satélite. Al combinar
datos de un periodo específico, de diez días en este caso, la variabilidad
meteorológica se promedia parcialmente y podemos empezar a ver el impacto de
los cambios debidos a la actividad humana”.
Mapas
comparativos con las concentraciones de dióxido de nitrógeno en Italia entre
marzo de 2019 y 2020. / ESA
El
equipo del KNMI, en colaboración con científicos de todo el mundo, ha empezado
a trabajar en un análisis más detallado empleando datos terrestres, datos
atmosféricos y modelización inversa para interpretar las concentraciones
observadas y poder calcular mejor la influencia de las medidas de
confinamiento.
Nuevas
estimaciones en marcha “Para obtener estimaciones cuantitativas
de los cambios en las emisiones debidos al transporte y la industria, tenemos
que combinar los datos del instrumento Tropomi del satélite Sentinel-5P de
Copernicus con modelos de química atmosférica”, explica Henk, “unos estudios
que ya han comenzado, pero que aún van a tardar en completarse”.
También
se están observando con atención otros países del norte de Europa, como los
Países Bajos y el Reino Unido, pero los científicos han detectado una mayor
variabilidad debida a sus condiciones meteorológicas inestables, un factor que
también hay que tener en cuenta. Nuevas mediciones tomadas este mes ayudarán a
evaluar los cambios en el dióxido de nitrógeno sobre el noroeste del
continente.