LA MEJOR GARANTÍA PARA QUE SE RESPETEN NUESTROS DERECHOS ES CON NUESTRA ORGANIZACIÓN, FORMACIÓN Y MOVILIZACIÓN DE MANERA INDEPENDIENTE, DEMOCRÁTICA, SOLIDARIA Y UNITARIA

A PROPÓSITO DE LA MORAL DE ELLOS Y DE LA NUESTRA


En la lucha de clases, la moral es una de las funciones ideológicas que juega un papel importante, la clase dominante nos impone sus fines y nos acostumbra a considerar como inmorales los medios que contradicen esos fines. Esta es precisamente la tarea principal de la moral de la clase dominante.

Quien no quiera contentarse con una mezcolanza amorfa de distintas morales, debe reconocer que la moral es producto del desarrollo social; que se halla al servicio de los intereses sociales; que esos intereses son contradictorios; que la moral posee, más que cualquier otra forma ideológica, un carácter de clase, es decir, dependiendo de quién tenga la hegemonía predominará su moral.

La causa del vacío de las normas “universalmente válidas” se encuentra en el hecho de que en todas las cosas decisivas, los hombres y las mujeres sienten su pertenencia a una clase, mucho más profunda que su pertenencia a una "sociedad". Las normas "universalmente válidas" se cargan, en realidad, con un contenido de clase, es decir, antagónicas. La norma moral se vuelve más categórica y menos "universal".

Esto se comprobó el 11, 12 y 13 de Abril de 2002 con el fascista golpe de Estado liderizado por la CTV y Fedecámaras con el apoyo del gobierno de EEUU, y posteriormente con el paro sabotaje a PDVSA. Los antagonismos de clase se exacerbaron y se manifestaron a plena luz. Los mecanismos de seguridad de la “democracia” comenzaron a hacer explosión uno tras otro. Las reglas elementales de la moral se revelaron todavía más frágiles que las instituciones de la “democracia”. La mentira, la calumnia, la venalidad, la corrupción, la violencia, el asesinato cobraron proporciones inauditas. Esto en realidad, es y sigue siendo manifestación de decadencia del imperialismo. La podredumbre del capitalismo significa la podredumbre de la sociedad contemporánea, con su derecho y con su moral. No comprenden que la moral es función de la lucha de clases; que la exacerbación de la lucha de clases, que domina toda la época reciente, ha destruido definitiva y completamente esa moral; que su sitio ha sido tomado, de un lado por la moral del fascismo y de otro, por la moral de la revolución, de la clase trabajadora y del pueblo pobre.

El día 13 de Abril, nosotros dimos un ejemplo de otra moral, la moral de pueblo pobre, del trabajador, de los desposeídos y lo más interesante fue que esta se impuso. Demostramos, una vez más el carácter de clase de la moral y que esta puede imponerse dependiendo de nuestra capacidad organizativa, de unidad y de movilización.

En el sabotaje petrolero la clase trabajadora unida al pueblo pobre dio otro ejemplo de moral revolucionaria cuando rescató de manos de la oligarquía y el imperialismo nuestra principal industria, dejando al descubierto, nuevamente, la moral cínica y vil de esta oligarquía parasitaria y demostrando, no solo los principios básicos de la construcción del socialismo sino la fortaleza de nuestra moral revolucionaria. En esos sucesos y en el desarrollo posterior de nuestro proceso se evidenció como el imperialismo invierte miles de millones de dólares en la lucha práctica contra la "desmoralización" revolucionaria, es decir, en gastos de espionaje, de corrupción de obreros, de falsificaciones judiciales y de asesinatos a mansalva.

Ahora bien, se necesita, una total miopía moral e intelectual para no identificar la moral reaccionaria y policíaca de esta oligarquía servil y parasitaria con la moral revolucionaria del pueblo pobre y trabajador.

El marxismo revolucionario no podrá abordar su misión histórica sin haber roto moralmente con la opinión pública de la burguesía y de sus agentes en el seno de la clase trabajadora, ¡Quien se incline ante las reglas establecidas por el enemigo no vencerá jamás!

Solo dos clases decidirán la suerte de nuestra sociedad y por añadidura la de nuestro planeta: la burguesía imperialista y la clase trabajadora. El último recurso de la burguesía es el fascismo, que reemplaza los criterios sociales e históricos por criterios biológicos y zoológicos, para liberarse así de toda limitación en la lucha por la propiedad capitalista. Sólo la revolución socialista puede salvar la civilización. La clase trabajadora necesita toda su fuerza, toda su resolución, toda su audacia, toda su pasión, toda su firmeza para realizar la violenta conmoción. Ante todo, necesita una completa independencia respecto de las ficciones de la religión, de la "democracia" y de la moral trascendente, cadenas espirituales creadas por el enemigo para domesticarlo y reducirlo a la esclavitud. Moral es lo que prepara el derrumbe completo y definitivo de la barbarie imperialista, y nada más debemos mantener sana nuestra revolución.

La moral de la burocracia y la nuestra

Comprender claramente las relaciones recíprocas entre las dos clases fundamentales, burguesía y clase trabajadora, en cualquier escenario de su lucha a muerte, nos revela el sentido objetivo del papel de los moralistas pequeño-burgueses. Su principal rasgo es su impotencia: impotencia social, dada la degeneración económica de la pequeña-burguesía; impotencia ideológica, dado el pánico del pequeño-burgués ante el desencadenamiento de la lucha de clases. De ahí la aspiración del pequeño-burgués, tanto culto como ignorante, de domesticar la lucha de clases. Si no lo consigue con ayuda de la moral eterna, creada por ellos, la pequeña-burguesía se lanzará a los brazos del fascismo.

En ese sentido, la burocracia de izquierda, pequeño burguesa ha sustituido la lucha de clases por la colaboración de clases. Para terminar de adaptar las instituciones y el partido directo a las tareas de la reacción, la burocracia ha "renovado" su composición, por medio de discursos progresistas, “revolucionarios y socialistas” y en el reclutamiento de arribistas.

Para asegurar el triunfo de sus intereses en las grandes cuestiones, las clases dominantes se ven obligadas a hacer concesiones en las cuestiones secundarías; claro en la medida en que esas concesiones no perjudiquen sus ganancias, para esto se valen de los burócratas, arribistas, esquiroles cuya moral consiste en reglas convencionales y procedimientos de oratorias magistrales destinados a tapar sus intereses, sus apetitos y sus pánicos.

En ese sentido la clase trabajadora debe estar preparada para cualquier arremetida contra nuestras luchas y contra nuestra moral y para eso utilizarán a nuestros hermanos de clase, de los cuales muchos se prestarán para esta vil tarea, ahora bien, debemos cuidarnos de los trabajadores que no ocultan al capitalista o al burócrata lacayo la "verdad" sobre las intenciones de nuestras luchas, sencillamente este es un traidor que sólo merece ser despreciado y boicoteado, no creamos que la "santa verdad" es un fin en sí misma. Por encima de ella, existen criterios más imperativos que, como lo demostramos, tienen un carácter de clase, en verdad hay que tener mucho cuidado porque hay "amigos" más peligrosos que algunos enemigos.

La burocracia, tal como sus amos, el capital, aplicarán el “principio” abstracto de “el fin justifica los medios” pero en su desarrollo tratarán de condenar en nosotros, lo que ellos apliquen de manera abierta, condenando nuestra moral y resaltando su moral. El medio sólo puede ser justificado por el fin. Pero éste, a su vez, debe ser justificado. Desde el punto de vista del marxismo, que expresa los intereses históricos de la clase trabajadora, el fin está justificado si conduce al acrecentamiento del poder del hombre sobre la naturaleza y la abolición del poder del hombre sobre el hombre. ¿Eso significa que para alcanzar tal fin todo esté permitido? Está permitido todo lo que conduce realmente a la liberación de la humanidad. Y puesto que este fin sólo puede alcanzarse por caminos revolucionarios, la moral emancipadora de la clase trabajadora posee — indispensablemente—, un carácter revolucionario.

No podemos ni debemos caer en este nefasto juego, trabajador que revele nuestras debilidades, nuestras tácticas, estrategias, nuestros medios y nuestro fin al enemigo, no merece absolutamente nada de nosotros. No debemos creer que en ellos es válido ese “principio” abstracto y en nosotros no, no debemos temer a que nos llamen “amorales” a los ojos de los trabajadores conscientes, nos debe rendir honor, debe significar que rechazamos y no reconocemos las reglas de moral establecida por los imperialistas, capitalistas parásitos y burócratas lacayos, significa que debemos impulsar nuestras luchas inclusive al dominio de la moral.

TURKI AL MAAZ