Por Juan José Bautista S.
El
sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida misma, cuando combate…,
[ella es] la clase vengadora que lleva a su fin la obra de liberación en
nombre de tantas generaciones de vencidos… La conciencia de hacer saltar el
continuum de la historia [de dominación] es propia de las clases
revolucionarias en el instante de su acción… La historia es objeto de una
construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino el que está
lleno de “tiempo ahora”… El tiempo ahora, que como modelo del tiempo mesiánico
resume en una prodigiosa abreviatura la historia entera de la humanidad,
coincide exactamente con esa figura que representa la historia de la humanidad
dentro del universo… Porque en él cada segundo era [y es] la pequeña puerta
por la que puede pasar el Mesías… En la idea de la sociedad sin clases, Marx
secularizó la idea del tiempo mesiánico. El sujeto que escribe la historia es
por derecho propio aquella parte de la humanidad cuya solidaridad abarca a
todos los oprimidos. Walter Benjamin. Tesis sobre la historia.
Los sucesos que están aconteciendo en
este tiempo en torno al acoso sistemático de EUA y sus títeres tanto en
Latinoamérica como en Europa al gobierno legítimo de la hermana república de
Venezuela, nos están motivando ya no solamente a describir y denunciar los
acontecimientos, como a menudo se hace, sino a reflexionar en torno a ellos en
el contexto de la historia global y mundial. Porque el problema, en un tiempo
como este, ya no es limitarse a mostrar los hechos que el imperio de turno
ejecuta a diario para seguir imponiendo su perversa hegemonía y dominio a
nivel Latinoamérica y mundial. Se trata de mostrar lo que este conjunto de
hechos perversos significan como “acontecimiento” para nosotros, quienes
estamos en contra de esta forma de dominación colonial y a favor de la
liberación de nuestros pueblos dominados por los imperios del norte desde hace
más de quinientos años.
Desde aquella famosa carta de Simón
Bolívar a su amigo el coronel Patricio Campbell de 1829 ya sabemos que Estados
Unidos estaba predestinado por la providencia para plagar a nuestra América (y
ahora al mundo) de miserias a nombre de la libertad y ahora de la democracia.
Como Walter Benjamin sugiere, nosotros podemos y debemos leer estos
acontecimientos históricos a “contrapelo”, es decir, en la lectura de nuestros
acontecimientos, no puede primar la visión que de la historia tiene el imperio
de turno, o dicho de otro modo, nuestra filosofía de la historia no puede ser
la misma que el imperialismo impuso a través de sus academias. Nuestra
filosofía de la historia tiene que liberarse de esa historia de dominación, y
por ello necesitamos tener otra visión histórica de nuestros acontecimientos
para comprenderlos de otro modo, para saber a cada momento por qué estamos
luchando hoy. Por ello ahora tiene pleno sentido preguntarnos que, si Estados
Unidos estaba destinada por la providencia a plagar de miserias nuestra América
y que ahora lo quiere hacer explícitamente con Venezuela, entonces ¿a qué
estaba y está destinada América Latina y en este caso, el pueblo venezolano
bolivariano por la providencia? ¿Cuál es nuestro destino que ahora el pueblo
venezolano está encarnando?
Cuando se lee la carta de Bolívar y a
su vez se escucha el modo cómo H. Chávez la interpreta, uno se da cuenta que
hay una diferencia cuasi de matiz, pero que es sustancial. En Simón Bolívar
estas palabras aparecen como una pregunta, pero no como pregunta enfática o
asertórica, sino incluso hasta dubitativa, como preguntándose acerca de la
posibilidad de si EUA tenga o no ese destino. En el caso de H. Chávez ya no
puede ser una pregunta, sino una afirmación de hecho, porque ya pasaron más de
200 años en los cuales la política imperial de EUA ha comprobado con creces
que desde el principio, desde George Washington, la política norteamericana
estaba encaminada a plagar de miserias nuestra realidad, para producir el
engrandecimiento del país del norte, porque la política y la economía de
cualquier imperio es producir la dominación y subdesarrollo de los demás para
poder desarrollarse como imperio. Los historiadores positivistas no pueden
entender este matiz por eso dicen que Chávez distorsiona a Bolívar, cuando en
realidad no hace sino comprobar en el presente que esa sospecha, era en
realidad una verdad que en este futuro iba a constituirse en juicio hecho.
Pero tuvieron que pasar casi 200 años
no solo para comprobar el destino plagador de miserias de EUA, sino para saber
recién ahora a qué están destinados países como Venezuela. Es decir, la
lucha entre EUA y Venezuela implica también una lucha de interpretaciones de
la historia, una lucha de visiones de ella. En el fondo, la lucha por la
libertad y la justicia es también una lucha por des- encubrir el sentido de la
verdad histórica. Hace rato que EUA y Europa están en el lado equivocado de
la historia y aún no se dieron cuenta, ahora de lo que se trata es de mostrar
esto con argumentos. La historia de la dominación es lineal porque va de
dominio en dominio. Pero “la historia” de la humanidad no, porque destruyendo
esas formas de dominio, irrumpe en esa linealidad para producir otro tipo de
sentidos para la humanidad y la historia. Por ello no hay ni puede haber una
sola visión de la historia, sino muchas. Las historias de liberación son las
que amplían y engrandecen la humanidad y la historia.
Lo primero que hay que mostrar es el
contenido de “la providencia” a la cual se refería S. Bolívar y que los EUA
siempre convocan cuando dicen; dios bendiga a EUA, esto es, ¿a qué dios
convoca EUA cuando piden bendición? Toda la historia de EUA desde antes de que
naciera como país y nación hasta el día de hoy es una prueba de que al dios
que convocan, en realidad es un “fetiche”, o sea, un dios falso, al cual no
solo la Biblia, sino también Marx le llaman “Mamón” o “Moloch”, los cuales
son fetiches o dioses falsos porque piden o exigen “sacrificios humanos” a
cambio de su bendición. Esto es, desde el principio los gobiernos de EUA
estuvieron dispuestos a “sacrificar seres humanos” para convertirse en imperio.
Inmediatamente después de independizarse de Inglaterra el gobierno de George
Washington atentó contra la revolución haitiana al financiar al gobierno
francés (que estaba en crisis económica y política después de la
revolución francesa), con préstamos y hasta material bélico para destruir la
revolución haitiana, la cual era un pésimo ejemplo para su contingente de
esclavos que ante semejante ejemplo podían sublevarse.
Desde ese entonces hasta el día de hoy
son innumerables los ejemplos con los cuales se puede ilustrar el asesinato,
robo, genocidio (contra los indios norteamericanos) de muchos pueblos y
culturas en los cuales ha estado involucrado el gobierno norteamericano
directamente. Esto es, la providencia a la cual se refería Bolívar es en
realidad un dios fetiche que exige para otorgar sus favores, sacrificios
humanos ante su altar, no solo de niños o inocentes, sino de pueblos enteros
inclusive. No era ni es el dios de la Biblia, el cual exige justicia
precisamente con el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero. Porque si
habrían invocado al dios de la Biblia, habrían traído paz y justicia a este
continente y al resto del mundo. Veamos esto con calma, porque es un problema
propio del secularismo de la racionalidad moderna.
Lo primero que hay que recordar es que
producto del siglo de las luces y la ilustración moderna, los protoseculares
modernos ya no le llamaban a las divinidades por su nombre, sino por títulos
secularizantes como el de la providencia, que en última instancia no hacían
sino invocar al tipo de divinidad que estaba presupuesta en la secularización,
por ello se puede afirmar que cuando se invocaba a la simple providencia,
intencionalmente no se hacía explícito a qué tipo de providencia se estaba
invocando. Hay que aclarar esto, pero, “desde” nuestro tiempo y “desde” nuestra
América que no es anglosajona, sino amerindiana.
Como afirmamos en muchos lugares, la
modernidad tiene su propia espiritualidad o espíritu, que es de dominación,
la cual ha sido tan magistralmente secularizado y justificado
argumentativamente por Hegel en su “Fenomenología del espíritu”, que en
realidad es una fenomenología del espíritu de los modernos o de “la
modernidad” y por ello mismo, es el espíritu que está detrás y como
fundamento de la colonización y dominación imperial tanto de Europa como
ahora de Estados Unidos. Pero también muestra lo mismo Hegel en su “Filosofía
del Derecho” y especialmente en su “Filosofía de la historia”. Ahora en pleno
siglo XX cuando se invoca a la modernidad, es decir, a su libertad y su
democracia, en última instancia se está invocando a su espíritu de dominación,
primero de la naturaleza y luego de los pueblos del tercer mundo, gracias a los
cuales es posible la riqueza y el desarrollo de primer mundo. Por ello decimos
que este espíritu contenido en esta “providencia”, es el contenido del dios al
cual EUA invoca siempre desde 1776 cuando dicen muchos norteamericanos que
“dios bendiga a EUA”.
Evidentemente, este dios ha bendecido a
los gobiernos norteamericanos con el poder económico, político y militar que
hasta ahora tienen, porque los gobiernos y las oligarquías norteamericanas
desde el principio han estado dispuestos a sacrificarles seres humanos ante su
altar. No solo fueron colonia inglesa al principio, sino que desde que se
independizaron, fueron colonizadores, es decir, no solo colonizaron tierras que
no eran suyas, sino que exterminaron a los pueblos que las habitaban para
apropiarse de los que no les pertenecía. Y una vez que terminaron de colonizar
esas tierras y pueblos a fines del siglo XIX, empezaron a colonizar al mundo
entero. Para encubrir esta historia, cambiaron la narrativa después de la
segunda guerra mundial de pueblo de colonizadores a pueblo de inmigrantes. Pero
todo este proceso de colonización empezó con los indios norteamericanos, le
siguieron los esclavos africanos, luego los mexicanos, latinoamericanos y
ahora, a todo el que se les oponga a sus intereses, como fue el caso de
Vietnam, Irak y Libia entre muchos otros.
Para ello han desarrollado su propio
argumento, que en principio no lo crearon ellos, sino los europeos desde Ginés
de Sepúlveda, cuando haciendo uso de la filosofía aristotélica declaraba que
los originarios de nuestras tierra no tenían alma y que por ello se podía con
“razón” apropiarse no solo de nuestras tierras y riquezas, sino también de la
riqueza producida por nuestro trabajo. Pero quienes formalizaron mejor el
argumento fueron intelectuales ingleses como Hobbes y Locke, quienes
abiertamente decían que las naciones civilizadas tenían todo el derecho de
someter a todas aquellas gentes que no se comportaban de acuerdo a las leyes de
la razón y en consecuencia de apropiarse de sus riquezas. Se refería
especialmente a los habitantes de los pueblos originarios del norte del
continente americano, cuando la estaban constituyendo en colonia.
Una vez que los inmigrantes de origen
europeo se independizaron de los ingleses, los nuevos norteamericanos
utilizaron el mismo argumento para usurpar las tierras, colonizar a su gente,
para luego hacer lo mismo primero con Latinoamérica y ahora con el resto del
mundo. Y con este argumento produjeron no solo su historia, sino un tipo de
historia, una visión de la historia que les hacía aparecer a ellos como los
redentores de la humanidad, como los misioneros de un nuevo mundo. Al interior
de esta visión de la historia aparecían primero los europeos como los
herederos y representantes de la “historia universal” y ahora los
norteamericanos, frente a los cuales, ningún otro pueblo tenía ni tiene
derecho alguno contra ellos. Por ello se puede entender la alegría y el gozo
que sentía el gobierno norteamericano, expresado en la felicidad de la ex
secretaria de Estado Hillary Clinton durante el gobierno de B. Obama frente al
asesinato de M. Kadafi, que en el fondo es el asesinato del hermano. Ya Marx
decía que en el origen del capitalismo estaba un asesinato fundante, el
fratricidio, el asesinato del hermano, de todos los Abel del mundo. El
capitalismo como descendiente legítimo de Caín, es quien funda las ciudades
modernas, a costa de la destrucción sistemática del campo, los bosques, las
selvas y sus habitantes.
Hegel es quien resume muy bien esta idea
cuando dice que: “La historia universal representa […] el desarrollo de la
conciencia que el espíritu tiene de su libertad y también la evolución de la
realización que ésta tiene por medio de tal conciencia… Porque la historia es
la configuración del Espíritu en forma de acontecimiento, el pueblo que
recibe un tal elemento como principio natural […] es el pueblo dominante en esa
época de la historia mundial […] Contra el derecho absoluto que él tiene por
ser el portador actual del grado de desarrollo del Espíritu mundial, el
espíritu de los otros pueblos no tiene derecho alguno”. Es decir, el derecho
de dominar o de ser dominadores y de imponer cínicamente su dominio lo tienen
los pueblos europeos y ahora norteamericanos por la historia, frente a la cual
nuestros pueblos carecen de derecho alguno. ¿Es esto así?
Por ello es que insistimos en que en
esta contienda entre Estados Unidos y Venezuela, lo que se juega no es
solamente los intereses por la riqueza nuestra como antes fue la plata, el oro,
el estaño y ahora el petróleo, sino por algo mucho más profundo y complejo,
como es el derecho de los otros pueblos a tener “derechos”, como ahora EUA y
algunos países europeos creen que tienen el derecho de apropiarse del
petróleo venezolano y no así el pueblo de Venezuela quien es su legítimo
dueño, pero también, o más principalmente, la necesidad o el interés no
solo de escribir nuestra propia historia, sino de cambiar, transformar y
trastocar de una vez por todas el sentido de la historia que los imperios de
occidente han impuesto con tanto cinismo e impunidad desde 1492 hasta ahora. Es
decir, lo que se juega en última instancia, es el sentido de la historia, si
va a seguir siendo de dominación, o vamos a cambiar el sentido de la historia
por la de la liberación de los pueblos oprimidos de toda forma de dominio y
opresión.
Si bien es cierto que esta lucha se
está dando en este “tiempo ahora”, hay que decir que esta lucha empezó hace
tiempo, no es de ahora, porque junto con la colonización de nuestras tierras y
pueblos, empezó también la lucha por la descolonización. En este sentido, en
Venezuela ya no se está luchando por una revolución más entre las tantas que
aparecieron en el siglo XX, sino que ahora la lucha en este “tiempo ahora”, es
por la liberación de la colonialidad que la modernidad ha impuesto a nivel
planetario, por ello decimos hoy que en este “tiempo ahora”, lo que está apareciendo
en nuestro horizonte es un “tiempo mesiánico”. Porque el tiempo mesiánico, es
tiempo liberador. El ángel de la historia de Benjamin lo había anunciado en
plena barbarie fascista en aquel lejano 1940, pero ahora desde 1992 otro
espíritu está anunciando que ha llegado el tiempo en el cual el espíritu
mesiánico se está colando por las puertas de las esquinas de las calles de
Caracas y de Venezuela.
Ya sabemos para qué estaban destinadas
las naciones europeas por la providencia de la modernidad, cuyo espíritu era y
es de dominación colonial e imperial, y que ahora EUA lleva a cabalidad ese
espíritu al tener dominadas incluso a muchas naciones europeas como Francia,
Alemania e Inglaterra. Ahora de lo que se trata es de saber a qué están
destinas las naciones como Venezuela, y por qué providencia, es decir, por
qué tipo de espíritu. Hay que decir de una vez por todas que, las
revoluciones modernas en el fondo son revoluciones burguesas, y es cierto que
hubieron y pueden haber revoluciones socialistas, pero, siendo modernas, en el
fondo pueden recaer en otra forma de dominio, porque siendo modernas tienen
dentro de sí el espíritu de dominio de la modernidad en su seno, a la cual
invocan cuando se afirman modernas.
En cambio cuando afirmamos que lo que
ahora se juega en última instancia es la lucha por el sentido de la historia,
lo que queremos decir es que esta lucha es novedosa cuando se propone ir más
allá de la visión que de la historia ha producido la modernidad, en la cual
sólo los dominadores tienen el poder de imponer la visión de la historia,
como el continuum de la dominación, esto es que en última instancia sólo
triunfan los dominadores, los cuales como vencedores son los que supuestamente
tienen el derecho de escribir la historia conforme a su imagen y semejanza. Sin
embargo ésta no es la única forma de hacer y escribir la historia.
El tiempo mesiánico es el tiempo en el
cual este continuum de dominación se quiebra, se rompe por dentro cuando los
oprimidos hacen o producen otra historia, desde los pueblos otros y culturas
otras que como exterioridad no subsumida por la historia y el espíritu de
dominación, le dan no solo un golpe de timón al futuro que el dominador
quiere imponer, sino que quiebran desde dentro el sentido de la historia de
dominación moderna. Cuando luchan ya no por ellos solamente, sino por la
humanidad oprimida toda y también por la naturaleza. Cuando su lucha ya no es
llevada a cabo solamente en su nombre, sino en el nombre de todas las luchas
del pasado, en el nombre de todos los ancestros que han luchado en el pasado y
que ahora en este presente se están colando por las puertas de los oprimidos
para luchar junto con los presentes, esta lucha que también ha sido y es de
ellos. Por ello es que invocar en el presente a nuestros ancestros no es nada
gratuito.
El tiempo mesiánico es el tiempo cuando
el todos, el nosotros y los otros se convierten como pueblo en el mesías.
Cuando el todo del “pueblo en tanto que pueblo” se despoja de su individualidad
egocéntrica y se llena de pueblo, de historia de liberación, de humanidad
humillada y oprimida y sale a las calles, a las esquinas, a las plazas y las carreteras
a luchar por la liberación de toda la humanidad oprimida por los imperios
decadentes y vigentes. No por casualidad cuando S. Bolívar liberó Venezuela,
salió también con su pueblo a liberar muchos países sudamericanos. 200 años
después de esa liberación inconclusa, ahora tenemos la oportunidad de
convertir este “tiempo ahora”, en “tiempo mesiánico de liberación”. Porque es
ahora donde podemos abrir las fuerzas contenidas en nuestros pasados oprimidos
y vencidos, para junto con ellos liberarnos del tiempo de la dominación de la
modernidad y su imperio.
Ahora, gracias a H. Chávez y al pueblo
venezolano, este tiempo mesiánico se ha convertido en “tiempo mesiánico
bolivariano”, porque estas luchas de liberación del dominio del imperio hegemónico
actual (que no es solamente EUA, sino también Europa y las instituciones
económicas y políticas que les sirven) han adquirido el sello de las luchas
bolivarianas desde S. Bolívar hasta el día de hoy, actualizadas y
desarrolladas por Chávez y ahora por Maduro; dicho de otro modo, este tiempo
mesiánico tiene ahora el sello caribeño y latinoamericano. Pero, cuando el
espíritu de este tiempo mesiánico bolivariano, retome, asuma y convoque al
espíritu de los pueblos originarios, se transformará de tal modo que el
espíritu de los modernos se caerá como hoja seca ante la sola aparición del
tiempo mesiánico amerindiano. Por ello decimos desde hace algún tiempo que
estamos ante el surgimiento de una nueva civilización más allá de la modernidad.
Si EUA estuvo destinada por su
providencia a plagar de miserias nuestra América, parece que Venezuela ahora
está destinada por el espíritu mesiánico de liberación a liberar de esas
miserias primero a los pueblos latinoamericanos y luego con su ejemplo, a todos
los pueblos humillados y oprimidos del mundo. A condición de que tanto el
pueblo venezolano y nosotros, tomemos conciencia de este nuevo acontecimiento,
que transformará nuestra subjetividad de tal modo que ahora podamos
constituirnos en sujetos de la liberación. Ahora Venezuela está encarnando en
su lucha no solo a las clases oprimidas, sino a los pueblos oprimidos del
mundo, por eso su lucha ya no es solo “su lucha”, sino “nuestra lucha”, cuando
lo que se quiere es liberar a la humanidad y la naturaleza de toda forma
posible de dominio y explotación.