Por Alberto Rabilotta

Lo anterior no es una
valoración personal, sino conclusiones de la Estrategia de Seguridad Nacional
(ESN) de Estados Unidos presentada a finales del 2017 (1), que como recuerda
Augusto Zamora (2) fue reiterada en los recientes documentos oficiales de
noviembre de 2018, donde se plantea que "la seguridad y el bienestar de
Estados Unidos están en mayor riesgo que en cualquier otro momento en décadas.
La superioridad militar de Estados Unidos, el poder duro de su influencia
global y su seguridad nacional, se ha erosionado en grado peligroso. Los
rivales y adversarios están desafiando a Estados Unidos en muchos frentes y en
muchos dominios. La capacidad de Estados Unidos para defender a sus aliados,
sus socios y sus propios intereses vitales está cada vez más en duda. Si el
país no actúa rápidamente para remediar estas circunstancias, las consecuencias
serán graves y duraderas".
Los actos para recuperar la
perdida hegemonía de Washington nos acercan cada día más a un desenlace
potencialmente apocalíptico. En lo que va de su mandato el presidente Donald
Trump puso en crisis, se retiró y en efecto anuló la competencia de la mayoría
de las instancias internacionales creadas a partir del final de la Segunda
Guerra Mundial, y de casi todos los acuerdos para el control de los armamentos
nucleares. A comienzos de febrero el presidente ruso Vladimir Putin lo puso en
claro cuando acusó a Estados Unidos (EEUU) de “demoler” la seguridad global al
suspender sus obligaciones bajo el Tratado con Rusia sobre las Fuerzas
Nucleares de Alcance Intermedio (INF en su sigla en inglés), añadiendo que
Rusia tomaría “respuestas similares” y que de ahora en adelante “proseguiremos
el desarrollo de misiles previamente prohibidos” bajo los términos del INF.
Un editorial del diario
mexicano La Jornada apuntaba, el pasado 4 de febrero, que “ante la
imposibilidad de emprender nuevas aventuras de rapiña colonial en Levante y en
Asia Oriental, Estados Unidos considera a Venezuela como la presa ideal: se
trata de un país cercano, poseedor de inmensas riquezas petroleras y de
abundantes recursos naturales. Adicionalmente, tras el colapso de los gobiernos
progresistas en la mayor parte de Sudamérica, el gobierno de Caracas se
encuentra en una situación de aislamiento, sin más apoyos regionales
significativos que los de Cuba y Bolivia y sin más espacios diplomáticos que la
neutralidad ofrecida por México y Uruguay para buscar una solución pacífica y
negociada a su crisis política interna” (3). Y por su parte el periodista e
investigador Aram Aharonian señala que “las metas de EEUU son retomar el
control de los inmensos recursos naturales de Venezuela y también demostrar al
mundo que todavía puede atacar un pequeño país y demostrar al mundo que EEUU
habla en serio. Pero pocos toman en serio a los militares estadounidenses:
desde hace décadas no han sido capaces de derrotar (salvo en las películas o en
las series de televisión, claro) a ningún país decidido a resistir su agresión”
(4).
Los pueblos “centrales” tan
explotados y desamparados como los pueblos de la periferia
La peligrosidad de la
decadencia del imperialismo estadounidense es un tema que abordó el antropólogo
canadiense Maximilian C. Forte (5), para quien la “incapacidad de gobernar,
combinada con una sobre-extensión insostenible, el aumento de la deuda y del gasto
militar, con millones (de sus habitantes) que continúan en la pobreza, la
obsesión por los escándalos sexuales y una amenaza de Apocalipsis
auto-infligido no
es como los imperios en su apogeo jamás han sido descritos”.
El antropólogo canadiense
resume las condiciones externas (las “cabezas de playa”) que permiten alcanzar
y mantener el poder imperial, y que en el plano geopolítico han dejado o están
dejando de existir. Podemos añadir que en lo interno y para concitar el apoyo
de sus pueblos los imperios tuvieron que distribuir una parte de la “renta
imperialista” proveniente del saqueo y la explotación de los pueblos
avasallados, sea mediante obras públicas, ventajas sociales y salariales,
demostración de superioridad social y cultural (que alimentaba el necesario
racismo), de poder y riqueza que justificase la explotación del “otro”, de los
“otros” pueblos sometidos, como la “misión civilizadora” en el caso del imperio
británico, y un sistema político y social estable.
La justificación del imperio
de EEUU ha sido y sigue siendo que es el “país indispensable” por su “destino
manifiesto” para hacer que la ley estadounidense prevalezca en las relaciones
de los estadounidenses con el mundo, como señalaba el historiador Eric
Hobsbawm, quien hace casi dos décadas planteaba que si EEUU no retiene la
lección de la decadencia y fin del imperio británico, de adaptarse fácilmente a
las “derrotas políticas”, e intenta mantener una posición que se erosiona
apoyándose en la fuerza político-militar, “engendrará no el orden mundial sino
el desorden, no la paz mundial sino la guerra, no el avance de la civilización
sino la barbarie” (6).
Pero lo que actualmente
vemos, desde la aplicación del capitalismo neoliberal en las sociedades
imperiales, es que no solamente los pueblos de los países centrales del imperio
ya no reciben parte de la renta imperialista, sino que son cada vez más
explotados en sus trabajos, en sus vidas privadas (con el sistema de
recolección de datos personales de Facebook, Google y otras firmas), porque los
salarios bajan y ya casi no hay empleos estables. En síntesis, que la
precariedad y el desempleo se expanden junto con el empobrecimiento y el
endeudamiento de las familias, y que estos pueblos del imperio comienzan a
estar tan desamparados como desde hace mucho tiempo lo han estado los pueblos
de la periferia imperial.
En realidad las sociedades de
los países que conforman el imperio dirigido por EEUU –el “eje anglosajón con
el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, mas Japón y la mayoría de
países de la Unión Europea-, están fracturadas por una creciente y ya enorme
desigualdad en los ingresos, por el desempleo y el empleo precario, por la
destrucción del tejido social y la exclusión económica que se manifiesta en un
sentimiento de desamparo –expresado por los “chalecos amarillos” en Francia-,
por el impase político, social y económico al que condujo este sistema de
“soberanía del mercado”, que señala Hobsbawm “no es un complemento a la
democracia liberal, sino más bien una alternativa a toda forma de organización
política (…) la participación al mercado reemplaza la participación política;
el consumidor reemplaza al ciudadano” (7), y la soberanía del consumidor
substituye a la soberanía nacional y popular.
Hobsbawm también apuntaba que
el vaciamiento de la democracia “explica la creciente mediocridad intelectual
del discurso político”, que hoy día se ha convertido en una abrumadora
irracionalidad. En efecto esta “declinación imperial que promete no
decepcionar”, según el antropólogo Forte, se manifiesta en el increíble nivel
de estupidez (y en algunos casos de serias sicopatologías, como señalan algunos
sicólogos), en la irracionalidad, incapacidad o desinterés de la clase
gobernante y de los monopolios que controlan las economías de estos países para
tratar de solucionar la acelerada fragmentación social causada por las
políticas neoliberales y los problemas de gobernabilidad mundial.
En este contexto la actual
política de EEUU y de sus más fieles aliados (como el caso de Israel) es la de
sembrar el caos a diestra y siniestra con impunidad, mediante ataques, cercos
militares, persecuciones y sanciones de todo tipo (en el caso de Rusia, Irán,
Siria, Venezuela y otros países), con amenazas militares y una guerra comercial
y tecnológica (con China), con torceduras de brazos para avasallar a gobiernos
aliados que necesitan mantener lazos comerciales con Irán (los de la Unión
Europea), y conjurando a la luz del día para resucitar la “Doctrina Monroe”,
como planteó Alberto Betancourt Posada en La Jornada de México (8), para tratar
de que Nuestra América sea efectivamente el “patio trasero”, la propiedad
exclusiva de EEUU, y esto no lo decimos los periodistas sino el diario Wall
Street Journal que se hace eco de funcionarios de Washington : “al intentar
forzar la salida del Presidente de Venezuela la administración Trump marca el
comienzo de una nueva estrategia para que EEUU ejerza mayor influencia sobre
América Latina, según funcionarios de la administración” (9).
De lo que se trata es de poner
definitivamente fin a las soberanías nacionales y populares de los países de
Nuestra América, para que acepten sin chistar el “nuevo orden” dictado por
Washington y así apropiarse de los preciosos recursos de nuestras naciones. La
Unión Europea (UE) y el Parlamento Europeo comparten esta política, como
demuestra la posición que asumieron en el caso venezolano, lo que no sorprende
porque ese sistema supranacional y profundamente neoliberal tiene como
principio la eliminación de las soberanías nacionales y populares de los países
miembros, como ya comprobaron los griegos e italianos.
Cabe destacar el caso
canadiense, que por formar parte de la “moribunda” OEA, como dice Aharonian, y
del Grupo de Lima, amerita mucha atención ya que fue la ministra canadiense de
“Asuntos Globales” Chrystia Freeland quien (como acertadamente dijo un amigo
profesor de Relaciones Internacionales en Montreal) al hablar con Juan Guaidó
para congratularlo por la unificación de las fuerzas de oposición en Venezuela,
dos semanas antes de que él se declarase presidente interino, comenzó a jugar
en Venezuela el papel subversivo de la ex subsecretaria de Estado de EEUU,
Victoria Nuland, en el “Maidán” para derrocar el gobierno constitucional de
Víktor Yanukóvich en Ucrania en el 2014 (10). Vaya uno a saber si todo se
resume a que la ministra está apoyando importantes intereses mineros (como la
aurífera Cristallex) que vienen actuando desde hace más de dos décadas para
apoderarse de grandes yacimientos auríferos en Venezuela. Pero lo cierto, como
han destacado analistas canadienses, es que el gobierno Liberal de Justin
Trudeau se ha convertido en un fiel aliado de Washington en sus políticas
contra China –en el caso de la firma china Huawei-, contra Rusia –en todo
momento y por no importa qué- y ahora contra Venezuela.
En realidad la búsqueda
demencial de salir de la decadencia instaurando por la fuerza un imperialismo
puro y duro está muy bien descrita en la ESN divulgada a finales del 2017 y en
la Estrategia de Defensa Nacional dada a conocer a comienzos del 2018, en las
cuales se plantea que las políticas propuestas restablecerá “la posición
de ventaja de Estados Unidos en el mundo y afianzará las extraordinarias
fortalezas de nuestro país () Reconstruiremos la fortaleza militar estadounidense
para asegurar que no haya otra mayor () Nos aseguraremos de que el equilibrio
de poder siga favoreciendo a los Estados Unidos en regiones claves del mundo:
el Indopacífico, Europa y Medio Oriente (11).
Y como decíamos hace un año
(12), si el hemisferio latinoamericano no aparece entre “las regiones claves
del mundo” de la ESN, quizás sea porque desde la presidencia de Barack Obama,
Washington y sus aliados locales venían actuando con diversas excusas para
mantener y profundizar la derechización y avasallamiento, sea mediante “golpes
de Estado suaves”, en Honduras, o como el contubernio jurídico-mediático en
Brasil que destituyó a Dilma Rousseff, permitió encarcelar a Lula y facilitó el
triunfo electoral de Bolsonaro. O los fraudes electorales como (de nuevo) en
Honduras, o poniendo fin –como vemos en países latinoamericanos que promueven
el golpe de Estado en Venezuela- a la “democracia liberal” e instaurando el
Estado de excepción a conveniencia, con la persecución judicial de los líderes
de la oposición –como el caso de Cristina Kirchner en Argentina-, y emitiendo
decretos del Ejecutivo en serie para evitar la oposición de las legislaturas.
Lo que es claro es que con el
equipo de neoconservadores que rodea a Donald Trump ya no hay necesidad de buscar
explicaciones ni excusas, ya que ellos mismos declaran el interés económico de
derrocar el gobierno constitucional de Venezuela, o sea el de apropiarse del
petróleo y demás riquezas minerales de ese país. Como escribe el economista
Michael Hudson “el fin del indisputado dominio económico global por EEUU ha
llegado a su final antes de lo esperado, gracias a los mismos neoconservadores
que dieron al mundo las guerras de Irak, Siria y las guerras sucias en
Latinoamérica”, y apunta que las amenazantes políticas de EEUU están llevando a
que países de Europa y de otras regiones busquen “crear sus propias
alternativas en cuestión de instituciones financieras”, y que aun cuando esta
situación viene construyéndose desde hace algún tiempo, lo que nadie pudo haber
pensado “es que Donald Trump devendría el agente catalizador” de lo que ningún
partido de izquierda ni líder nacionalista extranjero podría haber logrado, “la
ruptura del Imperio Estadounidense”, y hacer que los países se defiendan
buscando desmantelar el orden mundial centrado en EEUU (13).
Hudson enfatiza que los
neoconservadores que Trump designó para las relaciones internacionales y la
seguridad nacional “han logrado algo que parecía impensable no hace mucho
tiempo”, como hacer que China y Rusia se unan –la gran pesadilla de Henry
Kissinger y Zbigniew Brzezinski-, y conducir Alemania y a otros países europeos
hacia la órbita euroasiática, la pesadilla de Halford Mackinder en el siglo 20.
Pero precisamente porque está
en plena decadencia a nivel mundial el imperialismo estadounidense es más
peligroso que nunca antes para nuestra región. Ningún país está a salvo, ningún
pueblo al abrigo, y por eso mismo los pueblos de Nuestra América deben salir
ahora a defender la independencia, la soberanía nacional y popular de la
amenazada Venezuela bolivariana, porque así defenderán su independencia
duramente ganada en luchas anticolonialistas y antiimperialistas del pasado.
- Alberto Rabilotta es
periodista argentino-canadiense.
1.-Resúmen en español de la
ESN: https://www.voanoticias.com/a/eeuu-trump-seguridad-nacional-/4167348.html
Texto completo en inglés: https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2017/12/NSS-Final-12-18-2017-0905.pdf
2.- Augusto Zamora, EEUU
realinea a Latinoamérica viendo a China y Rusia, Rebelión : http://www.rebelion.org/noticia.php?id=252141
3.- EU: Reorientación
estratégica, La Jornada https://www.jornada.com.mx/2019/02/04/edito
4.- Aram Aharonian, Un
presidente-peón virtual, un poder real en Washington y el hundimiento de la OEA
5- Maximilian C. Forte, What Happened to the American Empire? Enero de 2018
Incapacitated governance, combined with unsustainable over-reach,
increased debt, increased military spending, continued poverty for millions, an
obsession with sex scandals, and a threat of self-inflicted apocalypse is not
how empires at their high point have ever been described.
6.- Eric Hobsbawm “Pourquoi l’hégémonie Américaine diffère-t-elle… »,
pags. 79-80 del libro
L’Empire, la démocratie, le terrorisme”, colección de textos publicados por
André Versaille éditeur, Le Monde Diplomatique
7.- Ídem Hobsbawm, citas de
“Les Perspectives de la Démocratie”, páginas 109 a 111 del mismo libro.
8.- Alberto Betancourt Posadas,
Una Conspiración contra la democracia, La Jornada https://www.jornada.com.mx/2019/02/03/opinion/018a1mun
9.- The Trump administration’s attempt to force out the president of
Venezuela marked the opening of a new strategy to exert greater U.S. influence
over Latin America, according to administration officials
10.- Chrystia Freelan “spoke with Juan Guaido to congratulate him on
unifying opposition forces in Venezuela, two weeks before he declared himself
interim president.” https://www.theglobeandmail.com/politics/article-freeland-spoke-to-venezuelan-opposition-leader-two-weeks-before-he/ ; Victoria Nuland: https://www.bbc.com/news/world-europe-26079957 y http://www.informationclearinghouse.info/article37599.htm
11.-Resúmen en español de la
ESN: https://www.voanoticias.com/a/eeuu-trump-seguridad-nacional-/4167348.html ;
Texto completo en inglés: https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2017/12/NSS-Final-12-18-2017-0905.pdf
12.- 2017, año del
imperialismo sin tapujos. ¿Y el 2018? (I) https://www.alainet.org/es/articulo/190104
13.- Michael Hudson, Trump brilliant strategy to dismember US dollar
hegemony: https://michael-hudson.com/2019/02/trumps-brilliant-strategy-to-dismember-u-s-dollar-hegemony/
This break has been building for quite some time, and was bound to
occur. But who would have thought that Donald Trump would become the catalytic
agent? No left-wing party, no socialist, anarchist or foreign nationalist
leader anywhere in the world could have achieved what he is doing to break up
the American Empire. The Deep State is reacting with shock at how this
right-wing real estate grifter has been able to drive other countries to defend
themselves by dismantling the U.S.-centered world order. The Neocons who Trump
has appointed are accomplishing what seemed unthinkable not long ago: Driving
China and Russia together – the great nightmare of Henry Kissinger and Zbigniew
Brzezinski. They also are driving Germany and other European countries into the
Eurasian orbit, the “Heartland” nightmare of Halford Mackinder a century ago.