Por Nazanín Armanian

Mientras los venezolanólogos nos informan sobre las causas internas
de la actual crisis de este país, el interés mostrado por las potencias
mundiales (quienes ignoran la gravísima situación humanitaria de Sudán, Yemen o
Congo) indica que existen razones complementarias. Que Donald Trump y sus
aliados se preocupen por las libertades en Venezuela mientras tienen magníficas
relaciones con el reino del terror saudí revela la estafa de sus “valores
democráticos”. EEUU y Europa consideran enemigos a aquellos Estados que
resistan a sus pretensiones colonizadoras. Si la verdad es siempre la primera
víctima de todas las guerras, ¿cuál es la de Venezuela?
Las “razones” de EEUU
1.
Recursos
naturales:
Venezuela posee la reserva de oro más grande del mundo, además de diamantes,
hierro, cobre, aluminio, la bauxita, coltán, uranio, gas; un patrimonio natural
extraordinario y también mucha agua dulce, aunque la joya de su corona es el
petróleo: Venezuela es el dueño del 24% de las reservas de la OPEP, unos
301.000 millones de barriles, por encima de Arabia Saudí que posee el 21%.
Decía el general nazi Adolf Galland que el principal motivo de la derrota de su
país en la Segunda Guerra Mundial fue no tener gasolina para sus aviones: la
toma de Stalingrado tenía el objetivo de acceder al petróleo de Azerbaiyán (hoy
socio de Israel y la OTAN). Los aliados ganaron, entre otros motivos, porque
tenían petróleo. Hoy, EEUU busca esta materia desesperadamente: la producción
ha ido disminuyéndose hasta 115.000 barriles por día en las reservas de Texas,
Oklahoma o Dakota.
Venezuela ya intentó en 1960 salvar su industria
del expolio de las “Siete Hermanas” angloestadounidenses que dominaban el mundo
del Oro Negro, fundando la OPEP. Hoy, produce 1.245.000 barriles al día (en
2000 fueron 3,4 millones) de los que 600.000 son enviados a EEUU.
2.
La
presencia de China y Rusia: El destituido secretario de Estado Rex Tillerson
afirmaba en el febrero del 2018 que respaldaría un golpe militar en Venezuela,
mostrando su preocupación por los “excesivos lazos económicos de
la región con China”, país que es el mayor acreedor de Venezuela, le
siguen EEUU y Gran Bretaña. Los bancos chinos han prestado más dinero a los
países latinoamericanos que el Banco Mundial. Beijing planea invertir, por
ejemplo, 40.000 millones de dólares en la conexión férrea bioceánica
Atlántico-Pacífico (al que Brasil de Bolsonaro se ha opuesto). También ha
firmado unos 700 acuerdos de cooperación por el valor de 70.000 millones de
dólares en materias de petrolera, minera, alta tecnología (para los satélites
Venesat-1), entre otras; le ha otorgado 65.000 millones de dólares en concepto
de préstamos, a cambio de recibir petróleo. La empresa petro-química estatal
china Sinopec planea invertir 14.000 millones de dólares en el gran yacimiento
de la Faja Petrolífera del Orinoco, en cooperación con la rusa Rosneft, la
italiana Eni y la española Repsol.
Rusia también tiene acuerdos de cooperación
militar, cultural (con Rusia Today en castellano al frente) y económica con
Venezuela. Con una inversión de 17.000 milllones de dólares desde 1999, ha
negociado con Caracas un préstamo de 6.000 millones para empezar a pagarlo a
partir del 2023, a la vez que ha condonado 2.000 millones de dólares de la
deuda de Venezuela a cambio de fortalecer la presencia de Rosneft en el mercado
del país, aunque, maniobras como la de los bombarderos rusos ‘cisnes
blancos’ en diciembre del 2018 en el mar Caribe con Venezuela no estaba en la
línea de los intereses de los trabajadores venezolanos.
El golpe de Estado contra la presidenta de Brasil
Dilma Rousseff, el encarcelamiento de Lula y la toma del poder por el
ultraderechista Bolsonaro -que no oculta su cruzada contra la izquierda -, sin
duda tiene mucho que ver con que Brasil fuese una de las letras de BRICS, la
alianza geoeconómica de las cinco economías emergentes más importantes del
mundo dirigidas por China y Rusia, en favor de la cooperación Sur-Sur.
Tanto Beijing como Moscú eran conscientes de la
crisis política del país cuando firmaron los acuerdos a largo plazo con
Venezuela: su relación es estratégica. Rosneft, que produce el 8% del petróleo
de este país, en 2017 firmó con Caracas un acuerdo explotación del gas de
Trinidad para 30 años.
3.
Fracasos
en Oriente Próximo y el regreso a América: a pesar de las devastadoras agresiones
militares de EEUU y sus aliados, destruir la vida de cerca de 100 millones de
personas en Oriente Próximo, -otra región empapada de petróleo-, y hundir las
economías de los invasores, Washington no ha podido controlar Irak, Afganistán,
Yemen, Libia, Sudán o Siria debido a la presencia contundente de otros actores
como mundiales y regionales en los mismos escenarios. Recuperar América Latina
es la misión de la Doctrina Monroe: América para EEUU, aplastando las fuerzas
de izquierda y progresistas que tomaron el poder en Ecuador, Venezuela,
Argentina, Bolivia, Nicaragua, Brasil y México, vía operaciones encubiertas,
sanciones económicas y amenazas militares. Incluso la “elección” de un Papa
latinoamericano para el Vaticano (teniendo en cuenta que América Latina
concentra el 40% de los católicos del mundo) debe ser interpretada en el mismo
sentido del uso de la religión en Oriente Próximo y Europa del Este por EEUU:
Durante la Guerra Fría elevaron al puesto del Papa al cardenal polaco y el
férreo anticomunista Karol Wojtyła en el Vaticano para respaldar a Lech Wałęsa y su sindicato derechista-católica en
Polonia, y de paso perseguir la Teología Cristiana de Liberación: el asesinato
de decenas de monjas y clérigos mientras la extrema derecha religiosa lanzaba
operaciones como el “Plan Banzer”.
4.
Acabar
con el proyecto de integración económica del MERCOSUR.
5.
Desmantelar
el Petrocaribe, la
iniciativa de Venezuela lanzada en 2005 para suministrar 100.000 barriles de
petróleo diarios a los países de la región en condiciones de pago preferencial.
La singularidad de la política petrolífera de Trump es que además de querer
hacerse con las reservas de otras naciones pretende dominar el mercado de
energía.
6.
Debilitar
el Tratado de Comercio de los Pueblos, ALBA, alternativa al tratado de libre comercio de ALCA
promovido por EEUU.
7.
Evitar
más golpes al petrodólar: Venezuela ya comercializa su petróleo en yuan, rublo, euro y también
la rupia de la India. La desdolarización del comercio mundial debilita la
hegemonía financiera de EEUU.
8.
La
necesidad de Trump de tener “su guerra”: todos los presidentes de EEUU deben tener al
menos una, y Donald ha pensado que los riesgos de invadir Venezuela son menores
que a Corea del Norte, Irán o Siria. Hoy, por primera vez Trump no está solo:
El Partido Demócrata, Europa y gran parte de los regímenes de Sudamérica están
con él. Trump no ha entrado en la historia por “su muro”, ¿lo hará por
Venezuela?
9.
La
presión del lobby proisraelí en América Latina contra la presencia de Irán. La CIA advertía de la
“penetración de Irán en Latinoamérica” como si hubiese allanado su propiedad
privada. La extraña relación entre la teocracia islamista de Irán y la
república de Venezuela está basada en el pragmatismo, al menos por parte
de Teherán. De hecho, cuando Obama firmó el acuerdo nuclear con Irán dicha relación
se disminuyó en favor de Europa, China, Rusia ( y Caracas descubrió a Teyyeb
Erdogan de Turquía). Con la reimposición de los castigos a Irán desde en 2018,
un sector de la república Islámica vuelve a mirar al país bolivariano, e
incluso anuncia el envío de barcos de guerra en las aguas del “país hermano”
(que tampoco ayuda al pueblo venezolano). La CIA -y también la Confederación de
Asociaciones Israelitas de Venezuela- acusan a Nicolás Maduro enviar el uranio
a Irán, acoger a los miembros del “grupo terrorista” el Hizbolá libanés y a la
“Fuerza Quds” para entrenar a las guerrillas de la región: de este modo podrán
vincular al presidente de Venezuela con el “terrorismo internacional”,
enviándole al Guantánamo, como sueña Bolton.
Medidas de EEUU
Fabricar líderes “de oposición”: Según Wikileaks, entidades
estadounidenses como National Endowment for Democracy (NED) o USAID (que
controla Afganistán), la CIA, y el Instituto Albert Einstein, reciclaron la
organización anticomunista yugoslavo Otpor, creada en 2003 para desestabilizar
al gobierno de Sloben Milosevic, con el fin de planificar un “Regime change” en
Caracas. Para ello contactaron con el hoy el autoproclamado presidente de
Venezuela Juan Guaidó. La prensa de EEUU
ya habla abiertamente del complot de Trump-Guaidó tejido de forma secreta. La
Casa Blanca ha designado a Elliot Abrams, uno de los patrocinadores del
terrorismo de los Escuadrones de Muerte en Centroamérica, para organizar la
“transición democrática” en Venezuela.
Estrangular la economía venezolana
bajando el precio del petróleo. Eso hundió la industria petrolera venezolana, que
además padece la “enfermedad holandesa” propia de las economías “rentistas”. La
fórmula del “petróleo por préstamo” ha reducido los ingresos de divisas de
Venezuela, que en parte han sido destinadas en los últimos años en sacar a
millones de personas de la pobreza. China ha financiado parte de los programas
sociales de Venezuela para viviendas sociales, hospitales, escuelas, etc. Al
pacto Trump- Suad para bajar el precio del petróleo se unió Rusia,
aumentando su producción, a pesar de la fuerte oposición de Irán, Irak y
Venezuela. Irán es otra de las víctimas de esta política, aunque,
paradójicamente, si hay sanciones contra el petróleo venezolano, Trump no
tendrá otro remedio que renovar la exclusión de ocho países, entre ellos China
e India, de las sanciones al petróleo iraní. Otro beneficiario del aumento de
la demanda del Oro Negro será Rusia que desde el 2015 por primera vez en la era
pos- soviética consiguió producir 10,74 millones de barriles por día,
convirtiéndose en el primer productor mundial.
Suspender líneas de crédito (de compañías como BlackRoak y
Goldman Such), impedir que Caracas acceda a la renta de su petróleo para
enviárselas a la oposición derechista, privando al gobierno venezolano de unos
11.000 millones de dólares: habrá más hambre y más pobreza: una vez que lleguen
los “salvadores”, los medios dejarán de mostrarnos las calamidades que sufre el
pueblo.
Preparar una invasión militar delegada
(proxy): consciente
de que la ONU no autorizará una intervención militar en Venezuela, Trump ha
encargado a Colombia, Brasil y Perú preparar a sus tropas. En noviembre del
2017 dichos países junto con EEUU y otros 22 Estados como observadores
realizaron la maniobra militar “AmazonLog 17” en el suelo de Brasil, mirando a
Venezuela. En Siria Obama delegó la misión de allanar el camino de sus tropas
al Estado Islámico. En mayo del 2001, EEUU promovió La Operación Balboa,
asignado a España la organización del simulacro militar de una invasión a
Venezuela desde Colombia y Panamá. Así es: El Estado Profundo ignora a
Trump y su intención de que EEUU dejase de ser “la policía del mundo”.
¿Es posible que los socios europeos de EEUU
prefieran que Trump se entretenga en Venezuela y se olvide de
Irán (¡aunque allí estarán Israel y Arabia Saudí para recordárselo!).
El fallo del plan Trump – Bolton
La codicia enturbia la mente: tienen diseñados cómo
1) derrocar a Maduro, 2) declarar Guaidó presidente interino y 4) llevarse los
recursos de Venezuela. ¡Falta el 3): ¡cómo aplastarán la resistencia de
millones de venezolanos!
Tampoco lo consideraron en Irak, donde los
invasores no han sacado todo el provecho que querían de la ocupación. Por un
lado, tiene que cohabitar con Irán, y por otro, ver cómo las compañías chinas y
rusas ganan la oferta por el petróleo iraquí. Los chinos compran casi la mitad
de la producción petrolera iraquí: 1,5 millones de barriles por día. En
Venezuela también se vislumbran años de inestabilidad.
Hace tiempo que la guerra ha dejado de ser “el
último recurso para resolver el conflicto entre los Estados” para convertirse
en un suculento negocio. Ahora habría que esperar “incidentes de bandera
falsa” con el fin de “justificar” ante la opinión pública una intervención
agresiva de EEUU.
Aún estamos a tiempo para impedir una nueva
guerra esta vez contra el pueblo venezolano.