Se
vuelve a hablar de diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición.
¿Diálogo para qué y con quién y para ir a dónde? Cada uno lo pone según la
perspectiva desde la que actúa. Sobre sobre un punto, están todos de acuerdo:
las rondas anteriores no han tenido ningún efecto. La última vez, en la
República Dominicana, ha sido suficiente una llamada telefónica de Donald Trump
para que Julio Borges regrese al "patio trasero", y corra afuera a
ladrar contra "el dictador Maduro".
Las derechas más extremas
volvieron a la práctica más habitual: la desestabilización, y buscaron alimento
para la escalada de ataques contra la Venezuela Bolivariana organizando el
magnicidio en grado de frustración con los drones explosivos del 4 de agosto.
Los drones, que debían haber provocado masacre, han sido neutralizados,
causando heridas a pocos. Por los medios hegemónicos - a pesar de la afirmación
explícita de los derechistas que, desde Miami y desde Colombia, se organizaron
con el visto bueno estadounidense, a pesar de las confesiones y pruebas -
continúan hablando de un "presunto" ataque.
Ni los Estados Unidos ni la
Unión Europea parecen que han aceptado la invitación dirigida desde la ONU por
Nicolás Maduro para iniciar una investigación internacional independiente sobre
lo que es sin lugar a duda, un ataque terrorista. Pero sabemos lo que para los
señores de la guerra la "lucha contra el terrorismo" vale sólo de un
lado, siendo una parte amplia e integral de la opresión de clase: alimentar el
negocio del control, sirve para justificar la agresión a los pueblos y el robo
de sus recursos, sirve para desviar a los sectores populares de sus verdaderos
enemigos, llevándolos hacia enemigos falsos. La "guerra contra el
terrorismo" es, en realidad, una gigantesca guerra contra los pobres y
contra los que luchan contra los privilegios y por una paz con justicia social.
Por eso la báscula se inclina sólo de un lado, como le pasó a Cuba y ahora a
Venezuela.
Este es el trasfondo
fundamental a considerar para analizar esta nueva propuesta de diálogo que
ahora se está relanzando por iniciativa de España y, por lo tanto, de la Unión
Europea: un nuevo intento de eliminar, por otros medios, el obstáculo
representado por el socialismo bolivariano en el camino liberal hacia el
capitalismo, revivido hasta el agotamiento por una izquierda que, desde hace
mucho tiempo ha considerado que el modelo actual de explotación es insuperable.
Mogherini y su Partido Democrático han aplicado las políticas antipopulares
deseadas por los grandes bancos. Y acompañaron a figuras opositoras venezolanas
que, en Italia como en América del Norte, sin la actitud neocolonial utilizada
contra la democracia participativa bolivariana, serían considerados
terroristas. Sus objetivos no han cambiado.
¿Qué se puede esperar de
Pedro Sánchez, quien durante el gobierno de Rajoy se mantuvo como defensor de
Leopoldo López y recibió con bombos y platillos a su emisaria Lilian Tintori
para denunciar "la dictadura" de Maduro? Hoy, el primer ministro
español parece haber retrocedido, proponiendo el camino del diálogo y no el de
las sanciones que todavía la Unión Europea ha aceptado.
Un alto funcionario de la
Casa Blanca, bajo la restricción del anonimato, le dijo a la agencia Efe que
EEUU aumentará la presión sobre el gobierno cubano por su apoyo a Maduro:
"Es un hecho, no un mito", dijo que “el gobierno de Nicolás Maduro permanece
en el poder especialmente por la ayuda militar y de inteligencia del gobierno
cubano". Y el ex embajador de Estados Unidos en Caracas, William
Brownfield, dijo a la prensa que la Casa Blanca tiene la intención de acelerar
el "colapso" de Venezuela, incluso si esto causará sufrimiento a la
población, y que tiene la intención de trabajar para que Trump imponga
sanciones a PDVSA.
Por supuesto, para romper el
sitio, para crear contradicciones y fracturas en el campo contrario, dividir y
desorientar al adversario es siempre una necesidad. Y en esto el socialismo
bolivariano ha logrado hacerlo bien, tanto a nivel interno como internacional.
En la ONU, Maduro apareció como un gigante contra el grotesco magnate de pelo
amarillo, que hizo reír a la Asamblea. Y el homenaje reservado al presidente
bolivariano confirmó la simpatía del socialismo entre los pueblos y gobiernos
del sur, quienes pudieron apreciarlo como presidente de la Cumbre de los Países
No Alineados (MNOAL).
La oposición está dividida y
sin un proyecto, lista para desgarrarse y tomar el trozo más grande de la torta
lanzada por el amo norteamericano y sus seguidores. ¿A quién enviará ahora para
representarla? Analistas y comentaristas también están trabajando en esto.
Quienes se consideren bien informados, apuestan que Europa logrará imponer una
"transición" que implica la salida de Nicolás Maduro. En la guerra no
convencional desatada por los poderes fuertes contra el socialismo bolivariano,
el modelo sirio o nicaragüense (el que se basó en su momento en la figura de
Violeta Chamorro) siempre ha sido una de las hipótesis en la mesa. A esto se
dedicó al Grupo de Lima y para ello quería dedicarse el ilegitimo Tribunal
Supremo "en el exilio", presidido por la ex Fiscal General Luisa
Ortega.
Pero, como está en el destino
de cada engaño, las cosas para estos personajes no están en auge y sus padrinos
están empezando a cuestionar la utilidad de gastar todo ese dinero para
asegurar sus espectáculos en Colombia. "Nadie habló de cambiar las
sanciones a Venezuela. Hablamos sobre explorar formas de facilitar el diálogo
", dijo el ministro de Relaciones Exteriores español, Josep Borrel,
después de reunirse con su homólogo venezolano, Jorge Arreaza. "Sin
embargo", agregó el ministro, quien estuvo cerca de Felipe González y
luego ahora de José Luis Zapatero, "España no elegirá el camino de las
sanciones duras cada vez que haya un problema en América Latina".
Una línea que ha tenido el
visto bueno de esa parte de la administración norteamericana que trata de
proteger su negocio en un país rebosante de recursos como Venezuela, ante la
decisión del gobierno bolivariano de eliminar el dólar como moneda para sus
transacciones. Una actitud que tiene que ver con la visita a Caracas del
senador estadounidense Bob Corker. El senador se llevó a casa su miserable
botín: la liberación del joven nazi Lorent Saleh, que probablemente será
extraditado a España.
El objetivo del diálogo
buscado por Corker, Mogherini, Sánchez y la izquierda "liberal" es el
de la colonización indirecta, de la invasión "humanitaria" a través
de la gran cantidad de ONGs que han llevado a Haití al colapso, como vemos
nuevamente en estas horas. El mismo modelo que, con la debida hipocresía, está
adelantando en Ecuador Lenin Moreno, que regresó a cobijarse bajo el ala negra
del Fondo Monetario Internacional y que, no por casualidad, ha expulsado a la
embajadora de Venezuela en Quito.
Un modelo miope, que piensa
en destruir una alternativa social y colectiva apuntando a Nicolás Maduro. Un
modelo tan sordo como para no escuchar la voz del poder popular que, casi
veinte años después de la victoria de Hugo Chávez, grita: "Chávez somos
tod@ s", todas y todos somos Maduro, como en Cuba gritó "Yo soy
Fidel". Un modelo fuertemente rechazado por representantes de 17 países
que, en Bruselas, crearon la Red Europea de Solidaridad con la Revolución
Bolivariana: para definir una agenda común y decir "No" a las
sanciones. Por eso, la primera acción de la Red fue la protesta frente a la
sede de Euroclear, que está bloqueando los fondos del pueblo venezolano para la
compra de medicinas y alimentos.
Traducción
Gabriela Pereira