Emir Sader
Tomado de Rebelión
Empleado de Amazon trabajando en un centro logístico -EFE- |
- "Como esta
vigilancia se puede hacer de forma retrospectiva para despedir a la gente, se
usa para hacerles sentir que podrían perder su trabajo en cualquier
momento", dice un sociólogo que trabajó como teleoperador.
Una empresa
estadounidense implantó microchips a decenas de trabajadores el año
pasado. En aquella 'fiesta del chip' que fue noticia en todo el mundo, los
empleados hicieron cola para que les colocaran entre el dedo pulgar y el índice
un dispositivo del tamaño de un grano de arroz bajo la piel.
Cuando a Todd Westby, consejero
delegado de Three Square Market, se le ocurrió la idea pensó que sólo cinco o
seis personas se ofrecerían como voluntarias: él, dos o tres directores y
algunos de los empleados del departamento de informática. Pero de las noventa
personas que trabajan en la sede de Three Square Market, 72 tienen ahora el
chip (Westby tiene uno en cada mano). Los usan para abrir puertas de seguridad,
conectarse a ordenadores y hacer pagos en las máquinas expendedoras de la
compañía.
¿Se imagina Westby este concepto extendiéndose
a muchas otras empresas? "No necesariamente", dice. O aún no, por lo
menos.
Un trabajador en centro logístico de Amazon |
El consejero delegado cree que, en
parte, se debe a una diferencia generacional. "Tal vez tú nunca quieras
tener un chip, pero si eres millennial, no hay problema. Para ellos
es guay".
Los microchips tienen otros usos. Three
Square Market (que se dedica a vender máquinas expendedoras y quioscos) comenzó
hace dos meses a ponérselos a personas con demencia en Puerto Rico. Si alguien
se pierde y la policía lo encuentra, puede escanear su microchip "y tener
acceso a todo su historial médico, a las medicinas que pueden y no pueden
tomar, a su identidad". Hasta ahora, la empresa le ha puesto microchips a
cien personas, pero planea hacerlo con diez mil.
La compañía acaba de lanzar una
aplicación para teléfonos móviles que empareja el chip con el GPS del teléfono
y rastrea la ubicación de la persona. La semana pasada comenzaron a utilizarlo
con personas en libertad condicional, en vez de las tobilleras electrónicas que
Westby describe como "intimidantes y degradantes".
¿Se imagina que un día la empresa pueda
usar el GPS para rastrear a sus empleados con el implante? "No. No hay
razón para hacerlo", responde Westby.
No todas las empresas están de acuerdo.
Las tecnológicas están ideando formas cada vez más extrañas e intrusivas de
control del personal. La semana pasada The Times informó de
que algunas empresas chinas están usando cascos y sombreros con sensores para
escanear las ondas cerebrales de sus trabajadores y detectar cansancio, estrés
y hasta emociones como la ira. El artículo también hablaba de una empresa
eléctrica que decidía el número y duración de las pausas de los trabajadores en
función de sus ondas cerebrales. La tecnología se está usando en conductores de
trenes de alta velocidad para "detectar el agotamiento y la pérdida de
atención".
Aunque pueda haber aplicaciones de
seguridad legítimas (un proyecto similar se llevó a cabo con las pulseras
para detectar cansancio de los trabajadores de Crossrail), es fácil imaginar
cómo este tipo de tecnologías se infiltra en otras áreas.
Número de teclas pulsadas por minuto
En febrero se supo que Amazon había
patentado una pulsera que no sólo rastrea la ubicación de los trabajadores
dentro del almacén mientras recogen los artículos, sino que
además puede leer los movimientos de sus manos, zumbando o
emitiendo un pulso para alertarlos cuando se están equivocando de caja.
En el registro de la patente, Amazon lo
describe como un dispositivo capaz de "supervisar el desempeño de la
colocación de los artículos de inventario en el lugar de almacenamiento
identificado por el trabajador del sistema de inventario".
Hay compañías de tecnología vendiendo
productos que toman capturas de pantalla del trabajo de los empleados a
intervalos regulares, controlan sus pulsaciones de teclas y uso de la web, y
hasta los fotografían en sus mesas con la cámara web del ordenador. Trabajar
desde casa no es ninguna protección contra esa vigilancia porque se puede hacer
de forma remota. El software puede supervisar el uso de las redes sociales,
analizar el idioma o instalarse en los teléfonos de los empleados para
supervisar aplicaciones cifradas como WhatsApp. Los empleados pueden llevar
dispositivos que no sólo rastrean su ubicación, sino que también siguen su tono
de voz, la frecuencia con la que hablan en las reuniones, con quién y durante
cuánto tiempo.
Los empleados han sido vigilados en el
trabajo desde siempre y valiéndose de la tecnología. Pero como dice André
Spicer, profesor de comportamiento en las organizaciones de la Cass Business
School, si antes era el capataz de la fábrica con un cronómetro, o la máquina
en la que se fichaba físicamente al entrar y salir, ahora "todo ese
material físico ha pasado a ser tecnología digital". "Detecta cosas
que antes no se podían detectar, como el número de teclas que pulsan los
empleados, lo que miran en su pantalla mientras trabajan, el tipo de lenguaje
que usan. Y ahora la vigilancia te sigue fuera del lugar de trabajo".
Es legal? Según Philip Landau, socio
especializado en Derecho laboral de Landau Law Solicitors, los empleadores de
Reino Unido tienen derecho a controlar las webs que los empleados visitan
mientras trabajan. "No obstante, el dispositivo bajo control deberá ser
parcial o totalmente suministrado por el empleador. Los empleadores también
deben avisar por adelantado si van a controlar la actividad en Internet y
tienen que informar al trabajador sobre la política en redes sociales de la
empresa".
También es legal controlar las
pulsaciones de teclas, aunque de nuevo hay que decirle a los empleados que
serán vigilados. "En las empresas con este sistema, es común que los
empleadores hablen con los empleados cuando creen que su número de pulsaciones
es bajo", dice Landau. "Hay que destacar que un alto número de pulsaciones
no significa necesariamente altos niveles de productividad, y viceversa".
En teoría, las empresas también podrían
usar la cámara web del ordenador para ver cuando el trabajador está en su
escritorio, pero "debería haber una justificación para tal vigilancia y
deberían informar (al empleado) de antemano. También se le debe decir para qué
se usarán las fotos y cómo se almacenarán".
En cuanto al rastreo por GPS, "una
empresa puede rastrear cualquier vehículo del que provea a su personal, pero
los datos recogidos sólo deben usarse con fines de gestión de la empresa. No se
permite activar ningún dispositivo GPS si el empleado está usando el vehículo
por razones personales fuera del trabajo".
“Era imposible cumplir los objetivos sin correr”
James Bloodworth trabajó en marzo de
2016 durante un mes como "recolector" de Amazon (la persona que
localiza los productos pedidos) como parte de la preparación de su libro Hired:
Six Months Undercover in Low-Wage Britain (Contratado: seis meses
encubierto en la Gran Bretaña de los salarios bajos).
"Llevábamos todo el rato un
dispositivo portátil que controlaba la productividad", dice. En uno de los
gigantescos almacenes de Amazon, el dispositivo servía para orientar a los
trabajadores hacia las estanterías con los artículos que necesitaban.
"Cada vez que recogías uno se activaba una cuenta atrás (para llegar al
siguiente artículo) que medía tu productividad". Según Bloodworth, los
supervisores informaban a los empleados sobre su productividad. A él le advirtieron
de que estaba en el 10% inferior.
"También te enviaban avisos a
través del dispositivo diciendo que tenías que aumentar tu productividad. Eres
constantemente rastreado y clasificado. Descubrí que era imposible cumplir los
objetivos de productividad sin correr, pero también te decían que no estaba
permitido correr, y que si lo hacías, recibirías una sanción disciplinaria.
Pero si te retrasabas en productividad, también recibías una sanción
disciplinaria".
No parecía "que te trataran como a
un ser humano", dice.
Al entrar y al salir, los trabajadores
tenían que pasar por escáneres de seguridad como los de los aeropuertos.
También para llegar a las áreas de descanso. Ir al baño, cuenta Bloodworth, era
considerado "tiempo muerto". Una vez encontró una botella con orina
en una de las estanterías del almacén.
Amazon dice que sus dispositivos de
escaneado "son comunes en todo el sector de almacenes y logística, así
como en supermercados, grandes almacenes y otros negocios”. “Están diseñados
para ayudar a nuestra gente en el desempeño de sus funciones". También
asegura que "todos sus asociados tienen fácil acceso a los baños, que
están muy cerca de su lugar de trabajo". La empresa añade: "Los
asociados pueden usar el baño cuando lo necesiten. No controlamos los descansos
para ir al baño".
Bloodworth cuenta que a algunos de sus
colegas les enfadaba el nivel de vigilancia, "pero predominaba el cinismo
y la resignación”. “La mayoría de las personas que conocí no llevaban mucho
tiempo en el trabajo o estaban buscando otro. Todos los contratos eran temporales
y el personal cambiaba constantemente".
¿Ha visto Bloodworth el futuro?
¿Nuestros jefes nos vigilarán así a todos en los próximos años? “Posiblemente”,
dice. "Una de las cosas que han surgido en respuesta al libro es que la
gente dice que el trabajo va a ser automatizado de todos modos, o que los
trabajadores necesitan ser más flexibles, como si el camino del futuro fuera
así y fuera inevitable, algo que me parece bastante peligroso. Amazon puede
salirse con la suya gracias a decisiones políticas y porque el movimiento
sindical es muy débil. Creo que otros negocios observarán a Amazon, verán que
tuvo éxito con ese modelo de negocios y tratarán de replicarlo".
“Pantallas de televisión mostrando el rendimiento”
Para escribir su libro Working
the Phones (Trabajando en los teléfonos), el sociólogo del Oxford
Internet Institute especializado en sociología del trabajo Jamie Woodcock pasó
seis meses empleado como teleoperador. Te das cuenta de la vigilancia
"desde el momento en que entras”, dice. “Hay pantallas de televisión
mostrando el rendimiento relativo de cada trabajador. Los directores recopilan
datos sobre casi todo lo que haces. Cada llamada que hice fue grabada y
almacenada digitalmente. En términos de control, es como recuperar todas las
partes que alguien hizo en una línea de montaje y juzgarlas retrospectivamente
por su calidad. Todos cometemos errores y todos tenemos días malos, pero, como
este tipo de vigilancia se puede hacer de forma retrospectiva para despedir a
la gente, se usa para hacerles sentir que podrían perder su trabajo en
cualquier momento".
La supervisión está incorporada en
muchos de los puestos de trabajo que forman la llamada "economía de los
pequeños encargos” (gig economy). No es fácil oponerse a la
vigilancia constante cuando estás desesperado por trabajar. Lo que ha
sorprendido a Spicer es lo dispuestos que se han mostrado los empleados en
trabajos mejor pagados. "Antes, a los prisioneros les obligaban a usar
pulseras de rastreo, pero ahora nos ponemos voluntariamente rastreadores de
pasos y otros dispositivos de seguimiento proporcionados por nuestros
empleadores, y en algunos casos, hasta pagamos por el privilegio".
Empresas como IBM, BP, Bank of America, Target y Barclays han ofrecido a sus
empleados las pulseras Fitbit de rastreo de actividad.
Según Spicer, profesor de
comportamiento, en parte tiene que ver con “toda esta idea de querer
optimizarse o mejorar”. “Una gran cantidad de tecnología ha sido diseñada no
sólo para dar al jefe los datos de su rendimiento, sino también para dárselos a
usted. Supongo que la tecnología también es vista como algo guay o de moda, así
que no es de extrañar que se acepte con tanta facilidad".
Spicer ha detectado que se ha pasado de
“supervisar algo como los correos electrónicos a supervisar los cuerpos de las
personas, es decir, el aumento de la biovigilancia o la supervisión de tus
signos vitales, emociones y estados de ánimo". Sobre la estrategia de
Three Square Market de instalar un chip a sus empleados, dice: "Es posible
imaginar estas cosas extendiéndose lentamente. Es posible imaginar a los jefes
del futuro pidiendo conocer tu ADN y otros datos".
La vigilancia puede tener aplicaciones
beneficiosas. Es necesaria (y legalmente requerida) en la industria financiera
para evitar el uso de información privilegiada. Podría usarse para evitar el
acoso y la intimidación y para erradicar prejuicios y discriminación.
En un interesante estudio de 2017 se supervisaron los correos
electrónicos y la productividad aplicando sensores para rastrear el comportamiento
y la interacción con la gerencia. El descubrimiento fue que los hombres y las
mujeres se comportaban de manera casi idéntica en el trabajo. Los hallazgos
cuestionan la creencia de que las mujeres no ascienden porque son menos
proactivas o porque tienen menos interacciones con los líderes y que
simplemente necesitan "ser firmes".
Aun así, dice Woodcock,
"necesitamos iniciar un debate sobre si queremos o no que el trabajo sea
un lugar en el que estés vigilado". Esta necesidad es quizá más urgente
para los empleos mal pagados e inseguros. "Si trabajas en la economía de
los pequeños encargos, tienes un teléfono inteligente", señala Woodcock, y
con ese teléfono inteligente te pueden rastrear. "Como muchos de estos
lugares de trabajo no tienen formas tradicionales de organización ni
sindicatos, la dirección es capaz de introducir estas medidas con una
resistencia colectiva relativamente pequeña".
El caso de Uber, ¿alimentando algoritmos?
El Sindicato de Trabajadores
Independientes de Gran Bretaña está muy al tanto de todo lo relativo a la
supervisión y la recopilación de datos. James Farrar es el conductor de Uber
que el año pasado ganó una batalla legal contra la compañía por los derechos de
los conductores (también preside su delegación de la asociación United Private
Hire Drivers).
"Recopilan una cantidad enorme de
información", dice. "Una de las cosas de las que te informan
diariamente es lo buenos que han sido tu aceleración y frenado. Te ponen una
nota. La pregunta es: ¿por qué están recogiendo esa información?". Uber
también supervisa los "movimientos inusuales" del teléfono cuando
alguien está conduciendo (para saber si usa su teléfono mientras está al
volante) y, por supuesto, rastrea los coches y los conductores por GPS.
"Lo que me preocupa es que esta
información esté alimentando el algoritmo” que decide la asignación de
conductores, dice. "Deberíamos tener acceso a los datos y entender cómo se
usan. Si algún tipo de puntuación de calidad sobre mi capacidad de conducción
(se mete en un algoritmo), tal vez se me ofrezca un trabajo menos valioso,
alejado de los clientes más valiosos, ¿quién sabe?".
No es un miedo irracional. La empresa
de distribución de comidas preparadas Deliveroo ya hace algo similar.
Supervisando el rendimiento de sus ciclistas, motoristas y conductores, ha
empezado a ofrecer "acceso prioritario" en la reserva de turnos
a los que "dan el servicio más coherente y de mayor calidad".
Uber dice que su seguimiento sólo es
para conseguir "una conducción más suave y segura... Los datos se utilizan
para informar a los conductores sobre sus hábitos de conducción y no se usan
para influir sobre futuras solicitudes de viaje".
No toda la vigilancia es mala, dice
Farrar. En algunos casos, le gustaría que hubiera más. Cuando le agredió un
pasajero pidió que se instalasen sistemas de videovigilancia en todos los
vehículos, en parte por la seguridad de los conductores. "La tecnología de
vigilancia desempeña un papel importante", dice.
Irónicamente, cuando Farrar se reunió
con Uber para hablar sobre la agresión, la compañía le hizo apagar su teléfono
para asegurarse de que no estaba grabando.
Traducido por Francisco de Zárate
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