Mariana Álvarez Orellana
Rebelión
La encerrona que la diplomacia estadounidense tendió a los gobernantes
del continente para conminarlos a colaborar activamente en el derrocamiento del
presidente venezolano Nicolás Maduro, se derrumbó como castillo de naipes. Y,
para colmo de males, el incitador, Donald Trump, ni siquiera dio la cara.
Lima se convirtió en la capital de
sucesivas derrotas para la política imperial. La presencia del vicepresidente
estadounidense Mike Pence (Trump prefirió sacarse la bronca lanzando misiles
contra Siria), apenas disimula el fracaso del poderoso aparato económico,
publicitario y mediático. Rodeado de dirigentes opositores venezolanos trató de
calmarlos con un cheque de 16 millones de dólares para que sigan aterrorizando
y desestabilizando el país.
Desde la renuncia de Trump de ir a
Lima, la burocracia de la OEA encabezada por el secretario general Luis
Almagro, fue sumando fracasos, como el del jueves en la programada reunión con
la denominado “sociedad civil”, representada por fundaciones y ONGs financiadas
por la Red Atlas, Washington o países europeos: ni un solo movimiento social.
El objetivo de la reunión era no solo aislar a Venezuela y a Cuba, sino también
generar más doctrina para derrocar a Maduro.
Pero la farsa fue desmontada, pese a la
prepotencia de Almagro, con frases hirientes hacia varios países. Tuvo que
escuchar las voces de los interlocutores venezolanos y cubanos, quienes
denunciaron su comportamiento cipayo y lo obligaron a retirarse rodeado de su
claque habitual. Almagro denunció que “40 gorilas” había impedido “la normal
deliberación”, pero sus quejas olían a estruendoso fracaso de la estrategia
aislacionista impulsada por Washington.
¿Corrupción?
Y el sábado, en la sesión
plenaria de la cumbre, el presidente peruano Martín Vizcarra logró que se
aprobara por aclamación el Compromiso de Lima, tras siete meses de debates
entre asesores y cancilleres. Aparte del saludo a la bandera de la lucha contra
la corrupción, pocos problemas reales fueron abordados en Lima: ni la
persecución política en Brasil, ni el muro de la frontera mexicana, ni el
retroceso de los derechos sociales en los países de la región.
La corrupción quedó como el
tema central de la VIII Cumbre de las Américas, que adoptó un documento de 57
puntos donde se destaca no sólo el compromiso de proteger a los denunciantes,
testigos e informantes de actos de apropiación indebida de fondos públicos
“frente a acciones intimidatorias y represalias”, sino también la de cuidar el
trabajo de los periodistas y personas que investigan tales hechos, “de manera
consistente con las obligaciones y los compromisos internacionales sobre
derechos humanos, incluida la libertad de expresión”.
Lo curioso es que entre los
firmantes están varios mandatarios acusados no solo de corrupción sino también
de lavado de dinero y fuga de capitales.
En el llamado Compromiso
de Lima, también se piden medidas de protección para los servidores
públicos involucrados en hacer cumplir la ley, la investigación, el
enjuiciamiento y la sanción de los actos de corrupción y se plantea como
compromiso, la adopción de medidas para reducir la burocracia y la
simplificación de trámites en todos los niveles de gobierno como una medida
para prevenir la corrupción, así como combatir el soborno “de funcionarios
nacionales y extranjeros”.
El que sí fue exitoso, fue el
funcionamiento de la Cumbre de los Pueblos, donde durante varias jornadas se
pudieron escuchar y debatir ideas, por parte de dirigentes sociales,
campesinos, trabajadores, estudiantes y algunas personalidades como el intelectual
venezolano Luis Britto, la expresidenta del parlamento de Ecuador, Gabriela
Rivadeneira, el excanciller del mismo país, Ricardo Patiño, y el intelectual
cubano Enrique Ubieta.
Y los movimientos sociales
ganaron las calles limeñas. El miércoles se reclamó frente a la embajada
brasileña la libertad de Lula da Silva, y el jueves una gran Marcha
Antiimperialista reunió a miles de personas, en una fusión de banderas de todos
los países junto a las organizaciones populares del Perú. Y en las calles, codo
a codo, se va tejiendo nuevamente la red de resistencia ante la ofensiva brutal
que viven nuestros pueblos.
Patio
trasero
Si bien ha sido una reunión muy
publicitada, un globo que se pinchó por varias causas. Una de ellas fue que el
gobierno de EEUU no logró el consenso entre los países latinoamericanos y
caribeños para que saliera una resolución y sanciones colectivas contra
Venezuela.
No deja de llamar la atención
que esta Cumbre que se llamó "Gobernabilidad democrática frente a la
corrupción" se realizara en un país en el que su presidente acaba de
renunciar por un escándalo de corrupción, quien a su vez había indultado a un
dictador anterior, Alberto Fujimori, sentenciado por corrupción y genocidio, y
donde hoy sigue preso el expresidente Ollanta Humala y se pide la repatriación
de otro, Alejandro Toledo.
Tampoco es el mejor momento de
EEUU con la región, sobre todo cuando está haciendo una ocupación militar de su
frontera sur con México, está naufragando el TLCAN y los países
centroamericanos están muy preocupados por la xenofobia contra los migrantes.
Como antecedente, no se debe olvidar la fracasada gira del entonces secretario
de estado Rex Tillerson.
Pero no hay un desinterés de
EEUU en América Latina y existe un fuerte interés del capital internacional por
recuperar la región como un espacio de acumulación y reserva. EEUU va a seguir
tratando de imponer sus condiciones ya que sigue considerando que éste es su
patio trasero. Lo que necesita EEUU ante la arremetida de China, Rusia y los
tratados de libre comercio con la Unión Europea, es que su patio trasero no
deje de ser su lugar privilegiado para comerciar.
Pero los problemas de Venezuela
no se abordaron desde la perspectiva de la cooperación y la búsqueda de
soluciones a través del diálogo y la diplomacia (como en los casos del Grupo
Contadora o las recientes conversaciones de paz de Colombia). Claro, el de
Contadora buscaba la paz en Centroamérica, el Grupo de Lima –armado y
financiado por EEUU- se ha convertido en parte beligerante.
Almagro de
antología
El aún secretario general de la
OEA, Luis Almagro, afirmó que “América Latina está viviendo un crecimiento de
su sistema democrático, esa es la esencia de lo que está pasando en el
continente (…) y en Brasil”.
Almagro dijo que la ausencia de
Venezuela en la cumbre es una demostración de que los países están “preocupados
por la instalación de una nueva dictadura”. “Es un mensaje que señala lo
indeseable que es el funcionamiento del sistema político venezolano. Eso es lo
importante. Ahora bien, también debe haber uno sobre Cuba, porque es una
dictadura peor que Venezuela”, afirmó.
Además, el secretario de la OEA
expresó que en la presidencia de Donald Trump “hay mucha continuidad” con el
periodo anterior en los hechos. “Con EEUU tenemos una retórica muy ligada a la
política interna y que ha afectado relaciones bilaterales, como en el caso de
México. Pero si se miden los hechos más que las palabras, hay mucha
continuidad. La Administración de Barack Obama deportó más latinoamericanos que
todos los que vaya a deportar Trump. En los hechos hay una continuidad, lo que
ha cambiado es el discurso, la retórica”, sostuvo.
Mariana Álvarez Orellana.
Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista asociada al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)