En el mes de marzo la vida cotidiana de
la población de Venezuela se ha visto desestabilizada ante tres
sendos apagones a nivel nacional, resultado de sabotajes eléctricos a escala
física y cibernética contra el servicio eléctrico nacional y su principal fuente
de sustentación: la Central Hidroeléctrica de Guri, ubicada en el estado
Bolívar.
Tanto Washington como la
dirigencia antichavista en Venezuela no han ocultado el interés de
aprovechar la situación para reforzar la belicosidad en su discurso. Vale recordar
a Elliott Abrams, enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, afirmando
que incrementarían las presiones sobre el gobierno chavista “aprovechando que
no tienen luz”; o al secretario de Estado, Mike Pompeo, decir “sin luz, sin
agua… y próximamente sin Maduro”; y más recientemente al diputado Juan Guaidó,
afirmando que “el cese de la oscuridad vendrá definitivamente cuando cese la
usurpación”.
Pero en lo que se refiere a
la intención de hacer sufrir a la población venezolana utilizando diversos
métodos de guerra, ninguno de ellos ha sido tan directo y cruel como el ex
embajador de Estados Unidos en Venezuela, William Brownfield.
En octubre del año pasado,
durante una entrevista exclusiva al medio VOA, afirmó que la “mejor solución”
para el país sería “acelerar” el colapso, aunque eso se tradujera en una mayor
carga de sufrimiento durante meses o años para la población venezolana. A
criterio de Brownfield, esto se haría realidad cortando el ingreso petrolero
sancionando directamente a PDVSA, medida que la Administración Trump tomó en
enero del presente año para apoyar la autoproclamación presidencial de
Juan Guaidó.
Los efectos de estas medidas,
junto a varios ataques selectivos contra el Guri en el mes de marzo, han
precipitado el colapso del sistema eléctrico y el resto de servicios vitales
asociados. En resumen: Washington ha planificado estos eventos y sus
consecuencias tras una arremetida de la economía venezolana y a los servicios
esenciales del país.
Todo el mes de marzo ha sido
una prueba irrefutable de cómo Estados Unidos extorsiona al máximo al
venezolano de a pie, atacando su acceso a la electricidad, al agua y a los
bienes básicos, mientras que ante los medios aseguran que todas las sanciones
contra el país sólo afectan a Nicolás Maduro. Pero vale recordar las palabras
de Brownfield para hacernos una idea de su hoja de ruta en marcha.