Por: Enrique Farrugia Ovando
Tomado de Kaosenlared
Una cosa es lo que hace el imperialismo y otra lo que hace el
gobierno a lo interno y aunque ambas se vinculen debemos luchar contra el
imperio como la raíz de nuestros pesares y a lo interno contra sus aliados de
“izquierda” y de derecha.
“… en esencia, las ideas de los “amigos del pueblo”: como
auténticos ideólogos de la pequeña burguesía, no quieren que se destruya la
explotación, sino que se atenúe; no quieren la lucha, sino la conciliación”
V. Lenin
Venezuela desde el triunfo de Chávez
cambió de manera radical nuestra historia, colocó en la subjetividad colectiva
de las grandes mayorías el socialismo como alternativa al sistema nefasto del
capitalismo; aunque hoy casi no se manifiesta debido a su imprevista
muerte que trastocó su estrategia, sufriendo un cambio de rumbo contrario e
inesperado por los que se dicen seguidores de su legado y que al final no le
practicaron lealtad, solo han continuado con las reformas dentro del marco del
capitalismo, agregando ahora medidas de carácter populista como los incentivos
monetarios para atraer a electores.
Así
mismo en los últimos años la situación mundial ha cambiado notablemente. Ahora
está más claro que los conflictos y los intentos de dominación no han
desaparecido y que la guerra ideológica, fría, tibia, caliente, abierta o
encubierta, simétrica o asimétrica, continúa1.
En
nuestro país quedó develada una forma de guerra no convencional que, aunque
siempre estuvo presente, anduvo arrastrándose por las alcantarillas,
ocultándose por temor a ser descubierta y no fue sino desde el gobierno de
Chávez que se manifestó en su asquerosa y nauseabunda forma. (Revisemos con
detalle los acontecimientos del golpe de estado realizado por Fedecámaras y la
CTV en 2002 y el papel que jugaron los medios de comunicación privado2.
Ya Gramsci lo profetizó en los años 30 cuando dijo que las nuevas guerras se
ganarían en el campo intelectual, en la cultura y la ideología3.
A pesar de los estudios, investigaciones, análisis y “profecías” realizadas por
prominentes teóricos y grandes luchadores, la forma de dominación por
excelencia del sistema capitalista es y sigue siendo el control de nuestra
subjetividad, de nuestro imaginario individual y colectivo.
La
ideología del sistema expresa a través de muchos medios y controles al capitalismo
como la realización completa del orden de vida “natural y racional”, el sistema
de enseñanza y educativo justifica la diferencia de clase, la lógica de estas
diferencias y las ficticias posibilidades de libertad y desarrollo de todos por
igual, en base a trabajar incansablemente toda la vida. Así mismo, el capital
recurre al terror, a las corrupciones y especulaciones para impulsar al
capital-dinero y especulativo, creándose una espiral de explotación sistemática
que multiplica las corrupciones y violencias extremas4.
Así lo plantea Iñaki Gil:
El
sistema capitalista también se autoorganiza y hasta impulsa determinados
niveles de autogestión reaccionaria siempre sometidos al telecontrol
estratégico realizado por el «Estado vigilante» que entre otras muchas más
tareas, tiene también la de actualizar la «lógica cultural del Miedo… solo
posible mediante la estimulación mediática de ese Miedo en el contexto de la
rentabilidad económica, y las posibilidades infinitas de control social
vinculadas a la provocación recursiva de amenazas de diverso signo:
medioambientales, financieras, epidémicas, alimentarias y, por supuesto,
terroristas». Y debe realizar esta producción de miedo social porque las
contradicciones irreconciliables del capitalismo hacen que tarde o temprano
incluso dentro de «la complementariedad (auto-organizadora) de la(s)
violencia(s)», y que por su esencia antagónica, tiende a surgir la
autoorganización de la «violencia de los excluidos» y no solo de los
excluyentes5.
Los
mecanismos que utiliza el sistema para tales fines van desde las caricaturas
hasta análisis de científicos e intelectuales que integran “fundaciones”
financiadas por la CIA y grandes empresas trasnacionales (Ford, Rockefeller,
Carnegie, Farfield, entre otras) que aunque nunca aparecen en primer plano, la
adinerada y larga mano de estas compañías siempre están detrás de ellas6,
es así como justifican y perpetúan el sistema dominante, pero esto es solo uno
de los mecanismos, el otro y el más efectivo es la televisión y el cine y por
supuesto la radio y la prensa, aunque hoy nos encontramos con un fenómeno
“nuevo”, Internet y las Redes Sociales que han permitido expandir prácticamente
hasta el infinito la potencialidad de la mentira como catalizadora social y
configuradora de la opinión pública7. Se trata de todo un
andamiaje que, además de impulsar una única cultura (la de ellos) les genera
una ganancia descomunal, es decir, con su industria de manipulación mediática,
nos enajenan, nos alienan y de paso nos explotan. Acotando que, si en algún
momento ve en peligro su hegemonía y el aspecto mediático no da los resultados
esperados, recurrirá a métodos violentos.
Gracias a la gran acumulación de
capital de estas empresas, pueden invertir cuantiosas sumas de dinero en estos
mecanismos, además de poner y quitar gobiernos, instalar dictaduras y rodear a
científicos e intelectuales de grotescos lujos. Así mismo, a través del poder
económico controlan estados y gobiernos que los utilizan para llevar adelante
sus fechorías de expoliación, explotación y control social
Pero estos mecanismos no son
exclusivos del sistema capitalista dominante, existen y existieron otros
sistemas que aplicaron mecanismos iguales o parecidos; a nivel nacional cada
gobierno se ajusta al contexto y condiciones que presenta el capitalismo en su
momento y en función de ese contexto implementa mecanismos que “moldean” la
subjetividad del colectivo como forma de contribuir y garantizar su estadía en
el poder sin confrontar al sistema.
En
la Rusia bolchevique, un poco antes de la muerte de Lenin, surgió una
burocracia en el estado y en el partido que lamentablemente Lenin no pudo
combatir de manera directa, dicha burocracia dirigida por Stalin no solo
implementó mecanismos mediáticos sino violentos para imponerse y justificarse,
uno de esos mecanismos mediáticos fue, por ejemplo, dar a conocer al público
soviético sesenta años después el escrito de Lenin sobre la composición de la
dirección8, conocido como su “testamento”. Esta burocracia
retocó fotos, videos, creó instituciones para falsear la historia y a sangre y
fuego justificó e impuso su dominio en nombre del marxismo, del socialismo, del
comunismo.
Cualquier país con cualquier forma de
gobierno aplica sus formas mediáticas con el fin de justificarse y justificar
sus acciones, la gran diferencia de estos con el modelo del sistema dominante,
el capitalismo, es que este último, apoya, financia y crea estos mecanismos a
nivel global con el fin de justificarse como sistema mundo.
Otro
aspecto que debemos tomar en cuenta es la aplicación de estos mecanismos por
gobiernos que se proclaman de “izquierda” y se dicen antiimperialistas. El
estudio en todos los casos debe ser obligatorio, pero específicamente en estos
últimos para poder definir el tipo de apoyo que debemos darle como poder
popular, vanguardia, clase trabajadora o pueblo todo. Por ejemplo, ¿debemos o
no apoyar al gobierno de Maduro contra el imperio norte americano?, estamos
convencido de que sí, pero este apoyo debe ser consecuente en cuanto al impulso
del desarrollo y construcción del socialismo, es decir, debe ser un apoyo
crítico que es lo contrario a dar un apoyo incondicional con el cual avalaríamos
las políticas de conciliación de clases, económicas, entre otras. No estamos en
una democracia de espectadores9.
La
mediática en Venezuela
La población venezolana navega en un
mar de información y desinformación desde varios ángulos: de la oposición de
derecha, de la llamada oposición de “izquierda”, del gobierno, de distintos
sectores que se reclaman del “chavismo crítico”, de medios alternativos, de
medios internacionales, entre otros.
Todos
dicen sus verdades, medias verdades, medias mentiras y mentiras; algunos van
más allá, justifican teóricamente acciones que a simple vista son
injustificables; la oposición de derecha coincide mediáticamente en decir que
estamos bajo una dictadura, la oposición de “izquierda” desecha todo lo que
hace la oposición de derecha y lo que hace el gobierno; debemos aclarar que hay
varias oposiciones de “izquierda”, unos critican algunas medidas y apoyan al
gobierno, otros critican algunas medidas no apoyan al gobierno pero si al
proceso, hay algunos que critican medidas del gobierno y proponen con mucha
timidez, otros llaman a mantener la movilización contra el gobierno hambreador
y por un gobierno de los trabajadores; todos los llamados de oposición de
“izquierda” y del chavismo crítico coinciden en luchar contra la corrupción,
inclusive, aunque muy tarde, hasta el gobierno se ha empatado en esa onda y
está tomando acciones que pudo haber tomado años atrás y evitar lo sucedido
(PDVSA por ejemplo y ahora, como noticia “nueva” la red de corrupción en “Mi
casa bien equipada”10. Pero, en definitiva, ninguno
representa una alternativa que conduzca a la unificación de la clase
trabajadora ni de las distintas “direcciones” que se reclaman de izquierda más
allá de las declaraciones.
La
lucha contra la corrupción es un problema cierto que debemos enfrentar como
nación y con autodeterminación, es decir, es un problema nuestro que como
pueblo debemos enfrentar, pero no es la raíz del problema11,
lo que no significa que bajo este subterfugio debamos apoyar intervenciones
militares extranjeras como la solicitada por Ricardo Hausmann, exministro de
Carlos Andrés Pérez y funcionario de organismos multilaterales, el cual sigue
en plena campaña a favor de la intervención militar de Estados Unidos en
Venezuela.
Con
la noción de corrupción sucede como con las de derechos humanos y democracia,
se han convertido en significantes comodín, usados de acuerdo a intereses
precisos, generalmente dirigidos a desestabilizar países y estigmatizar líderes
no gratos para los centros de poder. Nadie niega que la corrupción es un
problema apremiante, grave y permanente, tanto en América Latina como en el
resto del mundo. La cuestión radica en quiénes y cuándo visibilizan el asunto y
con qué fines12.
Lo
cierto de todo es que el único que mediáticamente hace ver las cosas como si no
pasara nada, es el gobierno; la prensa, la radio y la televisión transmiten
cosas que solo buscan justificar su accionar, errados o no; para el gobierno
los únicos culpables de esta crisis son la oposición de derecha apoyada y
financiada por el imperio norte americano y ahora la oposición de “izquierda” y
todo aquel que asuma una postura crítica y por supuesto Trump, el imperio
gringo y las grandes trasnacionales. No existe un asomo de autocrítica, de
reconocimiento de fallas y errores o por lo menos de rectificación. Las
múltiples reformas llevadas adelante por Chávez y luego por Maduro tienen un
talón de Aquiles, la dependencia del modelo rentístico y, la atrofia de un
aparato burocrático altamente corrompido, que impidió e impide la
transformación sistémica del estado y del país13.
Toda esta información y
desinformación que a diario nos lanzan se puede entender como mecanismos de
defensa de cada sector; lo lamentable de esto es que el pueblo como el sector
más afectado no se defiende, no dice nada, no hace nada, solo atiende llamados
del gobierno en casos puntuales, marchas contra el imperio, por los derechos de
las mujeres, contra las decisiones del gobierno gringo, elecciones, etc., etc.,
etc. Eso es muy bueno, lo único malo es que toda esta movilización no goza de
autonomía ni independencia, es controlada por el gobierno que bajo el
subterfugio de lucha contra el imperio justifica algunas medidas que atentan
contra los intereses de las mayorías.
Lo
más terrible de todo el sistema mediático controlado por el gobierno, no es la
defensa del gobierno, es la forma en que lo defienden. Hacer apología de que
vivimos en socialismo, decir que aquello o esto solo es posible en socialismo,
o como dijo Chávez en el consejo de ministros el cual bautizaron como “golpe de
timón”, “ponerle a una panadería “panadería socialista” y creer que con esto ya
el trabajo está hecho”, es una pésima forma ideológica de hacer ver lo que
realmente no es el socialismo, en ese sentido la ideología la utilizan sin el
menor análisis, le dan un contenido de distorsión de los hechos y de inversión
de la realidad provocando con esto la desilusión y el abandono de grandes
sectores que simpatizan con la construcción del sistema socialista como
alternativa al sistema capitalista dominante. ¿Dónde se encuentra la ideología
en el discurso de estos “dirigentes”? pues en los supuestos básicos
subyacentes, los cuales pretenden desconocer, darles la espalda, permitir que
permanezcan inconscientes o en la penumbra, lo contrario sería reconocer de
manera explícita estos supuestos subyacentes y someterlos al tamiz de la
crítica, es decir de la participación. De esta manera reproducen al
interior de sus propias filas el disciplinamiento jerárquico de la dominación
capitalista14. (subrayado nuestro). En el discurso de muchos
“dirigentes” del proceso, lamentablemente pasamos (con mucha abundancia) la
exigente rigurosidad de decidir si lo que dicen es verdad o no verdad.
Así lo expresa Ibar Varas:
“….asociaron
la ideología a expresiones como “ideología revolucionaria”, “ideología de la
clase trabajadora”, “conciencia ideológica” o “formación ideológica…”,
“….tratan de imponer un concepto del mundo, del hombre, de la vida, del arte,
de la espiritualidad para justificar la falsedad del socialismo que
dicen impulsar….”, “….intentan hacer abstracción de la estructura del modo
de producción y de la formación social en que esta opera…”15.
(Subrayado nuestro).
Su carga de mensajes se ve reforzada
en la medida en que no aparezca y se desarrolle un pensamiento crítico que la
cuestione. Con estos discursos, han burocratizado la filosofía marxista y
cualquier otra, han transformado la filosofía en ideología.
Basta con escuchar los discursos de
los “dirigentes” ministeriales que en su mayoría son “dirigentes” del partido
de gobierno y en varios casos de la Central Bolivariana Socialista de
Trabajadores para darse cuenta de la ideología con que se arropan, hablan del
poder popular, de la clase trabajadora cuando a través de diversos mecanismos
frenan, cooptan, manipulan, ignoran, invisibilizan y ocultan las exigencias,
propuestas, participación, organización, formación y movilización independiente
y autónoma de la clase trabajadora y el poder popular. Esta forma de actuar no
solo se ve reflejada en el gobierno sino en el partido de gobierno, en este
último eligen a dedo los “cuadros” de dirección, expulsan a cualquiera por ser
crítico o por decir cosas que “no les conviene” ni al partido ni al gobierno.
Esto contradice su discurso de “izquierda”.
Lo más triste de todo esto es que
muchos de la “vieja izquierda” caen en el juego de justificar toda acción
correcta o no cayendo en el juego de ideologizar absolutamente todo con el fin
de justificar y mantenerse, y por el temor de que sus cargos los ocupe la clase
trabajadora y el poder popular organizado con el fin de llevar las riendas del
estado y ponerlo al servicio de las grandes mayorías.
El
hecho cierto de la multi-agresión permanente en materia económica que viene
enfrentando nuestro país16 y la forma en que el gobierno
la aborda o responde, no justifica los métodos que utiliza para mantenerse,
ocultando la enorme burocracia corrupta que anida en el estado, el “ecocidio a
través del Arco Minero del Orinoco, taparse los oídos durante tanto tiempo con
lo que ocurría y ocurre en PDVSA, haber creado las Zonas Económicas Especiales
donde se viola hasta la ley de gravedad, además de aprobar una ley que favorece
estas zonas como es la ley inconsulta y desconocida de Promoción y
Protección de las Inversiones Extranjeras con el fin de una intervención
extranjera directa17, o como la llama Luís Brito García “Ley
Terminator”18, no hablar claro en cuanto a las razones del
llamado incesante a la oposición apátrida lo cual solo lo justifica diciendo
que es por la paz, no decir exactamente lo que se discute en el “famoso”
diálogo para la paz en dominicana siendo después de casi dos meses de diálogo
en Dominicana es que nos enteramos de algunos supuestos “acuerdos” que se
alcanzaron y que aparentemente no son ningunos acuerdos, estos “acuerdos” son:
Elecciones presidenciales en el primer semestre de 2018, garantías electorales,
observación en comicios, repudio opositor a sanciones contra el país, creación
de comisión social y económica, conciliación para que la Asamblea Nacional
saliera del desacato y reconociera a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC)
fueron los “acuerdos” alcanzados en República Dominicana entre Gobierno y
oposición19, no atender los miles de casos de despidos que
hay, no llevar el discurso en conjugación con acciones concretas y permitiendo
que la clase trabajadora organizada junto al poder popular asuman las riendas
de la revolución.
A diario se ve en las instituciones
del estado cómo aquellos que las “dirigen” atropellan, sabotean a través de
amenazas, despiden y asumen políticas sin el menor asomo de por lo menos
informar a los trabajadores las razones, uno de los casos más reciente es la
privatización de la red de abastos Bicentenario y ahora con el nombre de
¡¡CLAP!! acompañado con despidos de miles de trabajadores, privatización a
espaldas de sus propios trabajadores y del pueblo en general, otro caso,
patético por demás fue lo ocurrido con la Cementera mejicana Cemex hoy
Vencemos; dentro del marco de nacionalización de las empresas estratégicas esta
empresa pasó al control del estado, el mismo Chávez a través de Elías Jaua
colocó una directiva a dedo y ahí comenzó la debacle de esta empresa, la cual,
vale decir, venía avanzando en materia de control obrero liderizado por el
sindicato y los Delegados de Prevención. De la misma forma actúan los gobiernos
regionales como el caso de expropiación de los espacios donde funcionaba la
Pepsi Cola en el estado Vargas, estos galpones fueron tomados por el gobierno
regional sin tomar en cuenta la situación de sus trabajadores y sin contar con
ellos, esta acción develó en extremo la defensa enajenada realizada por los
trabajadores cuando en los camiones colocaban las consignas, “todos somos Pepsi
Cola” o “con mi Pepsi Cola no te metas” en franca rebeldía por las medidas,
válidas por demás (aunque no metodológicamente) del gobierno regional.
Estos “dirigentes” presentan las
propuestas y respuestas ya “cocinadas” previamente elaboradas por los sesudos
de la administración pública sin la participación activa de los sujetos que las
leerán, la estudiarán y en muchos casos tendrán que aplicarlas, este método
lleva implícita una jerarquía vertical lo cual es el reflejo de una
administración nada socialista.
Todo
lo anterior parece definir una clara estrategia del imperio norteamericano de
“Reconquistar su Patrio Trasero”, mediante una estrategia sistemática de
desmontaje de todos los referentes y valores sociales, históricos, culturales y
espirituales de nuestro pueblo, a través de sucesivos escenarios que en su base
destruyen la moral, la estima, las raíces, la credibilidad y la humanidad de
nuestra gente con el fin último de crear un estado general de anomia
individual y social (pérdida o supresión de valores, junto con las
sensaciones asociadas de la alienación y la indecisión que conduce a
la destrucción y la reducción del orden social) donde las leyes y normas no
pueden garantizar una regulación social. Este estado lleva al individuo a tener
miedo, angustia, inseguridad e insatisfacción y lo pueden conducir al suicidio.
La anomia es una falta de regulación de la sociedad sobre el individuo, al que
impide limitar sus deseos sufriendo un mal “infinito” que les dará como botín
el haber subyugado y reconquistado a un pueblo, a un país, a una región; sin
disparar un tiro, sin enviar tropa alguna y con el nefasto saldo de una
implosión social en la que todos nos aniquilaremos mutuamente.
Para estos fines cuentan con aliados
internos que por miserables migajas se prestan, unos lo hacen de manera abierta
y evidente, otros lo hacen arropados con el discurso socialista y manteniéndose
en cargos que le permiten sustraer el erario público para beneficios
individuales y de terceros, otros asumen tareas corruptas de justificación,
atropello, amenazas y discursos hueros para llevar adelante lo encomendado.
Mientras el sistema dominante actúa
esperará pacientemente, al final limpiarán el campo de guerra donde yacerán
millones de nosotros sin distinción política o de clase, todos bajo la misma
condición de vencidos y muertos en un combate entre nosotros mismos. Vendrán
pues de nuevo como antes en Europa después de la 2da Guerra Mundial, con un
nuevo Plan Marshall y sus leales tropas de la ONU, para imponer de nuevo su
orden económico, político, social y cultural a los sobrevivientes que al final
importan nada comparado con los recursos estratégicos que siempre fueron su
razón y su inversión.
El
PSUV
“Ante la pasividad del partido, las esperanzas de
las masas ceden el puesto a la desilusión, y entretanto, se repone de su pánico
el enemigo, y de esta desilusión saca ventaja”
León Trotsky
Podemos juzgar hasta qué punto ha
retrocedido el movimiento obrero no sólo a través del estado de las
organizaciones de masas, sino también estudiando los reagrupamientos
ideológicos en curso. Las innumerables organizaciones que han nacido al calor
del proceso de cambios que se han desarrollado desde que Chávez asumió, demostró
en principio, el avance sin precedentes que surgió en nuestro país y que ha
venido decayendo dado al ataque mediático al que nos ha sometido la oposición
en flagrante alianza con el gobierno norte americano, el cual se ha
profundizado bajo el gobierno de Maduro, que hasta la fecha el mejor logro que
ha obtenido, después de las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente
(ANC) fue haber eliminado las guarimbas y la violencia que originó la
oposición. En materia económica no ha logrado ningún tipo de estabilización,
todo lo contrario, cada día se agudiza más la situación fundamentalmente en el
aspecto alimentario y el acceso a medicamentos, sin mencionar el altísimo costo
de otros rubros como artefactos eléctricos, vivienda, vestido, transporte, y un
largo etcétera.
Aunado
a esto, la galopante corrupción que azota a la población de manera
inmisericorde, corrupción que es denunciada de manera permanente por parte del
poder popular y de varias organizaciones, miles de denuncias relacionadas con
la entrega de las cajas y bolsas Clap, lo cual ha ocasionado múltiples
protestas a lo largo y ancho del país y más recientemente el anuncio del propio
presidente de una red de corrupción en Mi casa bien equipada20 como
una noticia nueva pero que lamentablemente viene ocurriendo desde hace mucho
tiempo, todo esto está ocasionando un malestar que se está haciendo viral en la
población desesperada, presentándose en algunos sectores del país saqueos a
centros que expenden alimentos; todo esto, necesariamente debemos combinarlo
con la falta de liquidez en cuanto al efectivo, otro problema al cual no se le
ha dado solución y el aumento incesante del pasaje en el transporte público que
avalan al no tomar medidas contundentes, el abandono evidente en todo el país
de miles de unidades Yutong y Sitssa, con lo cual le pueden hacer frente a los
saboteadores del transporte público, entre muchas otras cosas.
Se han anunciado muchos convenios y
acuerdos que hasta la fecha no se ven, uno de ellos fue los precios justos de
50 rubros, los cuales jamás se cumplieron, agregando que la población no sabe
con quién se acordaron y que dichos precios no aparecen por ningún lado.
¿Qué ha hecho el gobierno para paliar
la situación? Profundizar las medidas populistas como el bono de los 500 mil,
el bono niño Jesús, el bono hallaquero, el pernil, el reciente bono de Reyes
que ahora se dará a través del carné de la patria, siempre y cuando lo escanees
bajando la aplicación veQR la cual solo se puede bajar a teléfonos inteligentes
que tengan una versión actualizada de Android, el bono a jefes y jefas de
familia, el bono de carnaval y el bono a las mujeres embarazadas. Así mismo los
aumentos de salario mínimo que ha decretado, los cuales desaparecen al día
siguiente debido al aumento bestial de los precios de los productos.
En todo este escenario el partido de
gobierno (PSUV) no aparece por ningún lado, a excepción de uno que otro
“dirigente” dando declaraciones de lo acertado de las políticas del gobierno y
prometiendo “villas y castillos”.
Los intelectuales del entorno del
presidente Maduro han puesto en el tapete, algunas categorías como “inflación
inducida” o “guerra económica”. Desde el discurso oficial, todo se enmarca en
una estrategia de los EEUU para derrocar al gobierno de Maduro, utilizando
herramientas como la fijación de un tipo de cambio volátil (Dólar Today), el
bloqueo financiero y la calificación de riesgo en default por parte de las
agencias internacionales, e incluso hay quienes afirman que Estados Unidos
permitió el Fracking para desestabilizar a Maduro. Pudiendo ser cierto lo
dicho, estos investigadores son expertos en el diagnóstico de la “guerra
económica”, pero acumulan cinco años de decepcionantes respuestas al problema
que patentaron.
No debemos engañarnos, el PSUV desde
que nació no fue, no es, ni será el partido que conducirá a la clase
trabajadora al poder, el secuestro, producto de un método impuesto desde su
nacimiento se ha hecho una mala costumbre con la cual perpetúan a sus “cuadros
de dirección”, es decir, las bases no deciden nada.
El partido es para el gobierno y para
el pueblo en general, algo secundario ¿Necesitamos o no un partido
revolucionario? la cuestión organizativa es el centro, de toda actividad
marxista revolucionaria, en ese sentido, ¿Con qué organización tomará y
ejercerá el poder la clase trabajadora? y ¿Cómo se organizará el partido que se
propone liderar la lucha? Hasta tal punto es decisiva la cuestión organizativa.
La condición de su triunfo es y será siempre la organización de las masas
trabajadoras. Esta organización de millones de trabajadores, en efecto, es la
condición más importante de la revolución, la fuente más profunda de sus
victorias.
La acción, el movimiento, la lucha,
lo espontáneo de las masas surge, pero la organización, que estructura, da
continuidad, permanencia a esas acciones o movilizaciones se debe construir.
Sin no hay luchas y movilizaciones no hay revolución, pero sin organización
tampoco la hay.
Los trabajadores venezolanos han
conquistado grandes y poderosas organizaciones sindicales, con las cuales,
durante largos años, hasta que la crisis lo hizo imposible, lograron el
objetivo de defender su nivel de vida. Pero esa organización tuvo y tiene un
tremendo peso conservador en la clase trabajadora venezolana que permite que
estén a su frente elementos de extrema derecha, la burocracia adeco-copeyana en
la CTV, la UNETE que se frió en su propio aceite y la CBST dirigida por una
burocracia disfrazada de izquierda revolucionaria y que no se plantea para nada
una dirección revolucionaria en esos sindicatos ni, menos que menos, un partido
de trabajadores revolucionario de izquierda.
¿Qué relación orgánica se establece
entre el partido y las masas? Por ejemplo, con las centrales y sindicatos que
son una forma organizativa del movimiento de masas, los Consejos Comunales, las
Comunas, los Medios Alternativos, las organizaciones de los Delegados de
Prevención, entre otras. El aspecto político es muy importante, pero sin las
organizaciones no podrán tomar el poder, por mejor política que tengan. Estas
organizaciones son el ejército que moviliza organizadamente a las grandes masas
para tomar el poder y gobernar. Pero el partido debe ser el centro de gravedad
de ese ejército, el que nuclea a la vanguardia más combativa y consiente. Pero
esto plantea otro problema: ¿Qué forma organizativa tiene que tener el partido
para poder dirigir y tener una relación cada vez más estrecha con estas
organizaciones de masas y con las masas que están en ellos? El problema de la
organización de las masas es en cierta forma más sencillo que el segundo.
El partido no puede inventar ni
imponer formas organizativas a las masas, tal como lo hace ahora y menos
imponer una dirección a las que ya existen. Ellas mismas las crean. La gran
destreza que debe tener el partido es descubrirlas cuando aparecen los primeros
síntomas y agitarlas para que se generalicen. O, si no aparecen, aconsejar
pacientemente a las masas alguna forma organizativa acorde con la situación y
la experiencia histórica.
Es imposible tratar siquiera de agotar
la enorme riqueza de las formas organizativas que se ha dado y se está dando el
movimiento de los trabajadores y de masas a través del tiempo. La clase
trabajadora no tiene un chaleco de fuerza con una sola forma organizativa, ella
misma va cambiando sus formas organizativas según cambia la lucha de clases y
aparecen nuevas necesidades.
Ahora bien, la construcción del
partido pasa por el trabajo permanente y paciente en el corazón de la masa
trabajadora y del poder popular, en su cotidianidad, en su quehacer diario, en
sus inquietudes, en sus luchas, en sus estudios, para poder proponer, orientar,
empujar, organizar, movilizar, formar de manera permanente lo que esta se
plantee.
El partido socialista revolucionario
que debemos construir debe ser duro programáticamente y en los principios. Pero
para el marxismo no hay nada rígido ni definitivo. Menos puede serlo el partido
de la revolución permanente. Por eso el partido debe ser sumamente flexible a
la hora de convertir al programa y los principios en estrategias, tácticas,
consignas y políticas concretas para incidir sobre la situación presente en la
lucha de clases. Cada vez que hay un cambio en la realidad objetiva, el partido
debe cambiar sus consignas, sus políticas, sus tácticas y sus estrategias… y
también sus formas organizativas. Esa es la verdadera esencia de la forma
socialista revolucionaria de organización: el cambio, la adaptación a la
realidad de la lucha de clases y a las tareas y objetivos que se da el partido
en cada etapa, por alguna razón es la herramienta subjetiva de la revolución.
La estructura partidaria deberá
adaptarse a las características nacionales, y específicamente a las de las
clases explotadas. Para esta tarea debemos contar con material humano,
dirección, cuadros medios y militantes para lograr ser un partido con
influencia de masas, la forma organizativa del partido depende de algo tan
sencillo como la existencia o no de cuadros capaces de construir y dirigir los
organismos.
….la
función del Partido no se reduce a una función de dirección y de organización
político-militar, sino que también debe cumplir, tal vez antes que
nada, un papel educativo e intelectual. Lo que más importa en un partido
“es su función, que es la de dirigir y organizar, es decir, una función
educativa, es decir, intelectual”. Su labor política debe ser concomitante a un
esfuerzo por elaborar, desarrollar y difundir entre las masas una nueva
“concepción del mundo”. Esta última deberá basarse en una filosofía concreta y
viva, capaz de organizar a las masas y llegar incluso a cambiar su modo de
vida. Se trata, por supuesto, de la “filosofía de la praxis”, del marxismo como
teoría viva y activa. El Partido, como “intelectual colectivo”, deberá poner en
práctica, por tanto, una “reforma intelectual y moral” que refuerce la
autonomía y la autoactividad de las masas populares, liberándolas de la
dominación burguesa. En este sentido, la acción educativa del Partido tiene sin
duda efectos directamente políticos.
.…Como
demuestra la política cultural, el Partido debe proceder ya, aquí y ahora, a la
emancipación que se propone llevar a cabo en el conjunto de la sociedad. En
cierto sentido, el Partido debe ser la imagen de la sociedad que quiere
construir. Dicho de otro modo, debe desarrollar una política prefigurativa.
No es únicamente un instrumento que permite crear el comunismo, sino que se
entiende que ha de ser un “islote de comunismo” realmente existente. No es
únicamente el agente que permite actualizar una posibilidad futura –la
revolución proletaria–, sino también una actualización parcial de esa
posibilidad en el presente….21 (Subrayado nuestro).
El
chavismo como fuerza política sobrevivió a la muerte de Chávez. Alcanzó sin
traumas la transición bajo el liderazgo de su “hijo” Maduro, a pesar de la
ajustada victoria en la elección presidencial del año 2013. El PSUV no ha
necesitado de grandes cambios, ni tampoco del exilio.
Los disidentes de la izquierda no tienen una plataforma alternativa
que sea viable desde lo electoral para hacer frente al chavismo oficial,
reduciéndose en muchos casos a grupos de personalidades o movimientos de
cuadros; proscritos en los círculos oficiales donde toda la crítica huele
a traición.
Hasta ahora el PSUV solo ha hecho
campañas electorales, pero la función esencial la han ignorado; el trabajo lo
hace fundamentalmente el gobierno con sus “cuadros” de dirección que son los
mismos del partido pero que actúan como gobierno. Esto además de ser válido son
solo tareas puntuales que se presentan solo cuando hay elecciones, pero el
trabajo cotidiano prácticamente no existe, un ejemplo concreto puede ser el
lanzamiento de los Comités Productivos de Trabajadores, en los cuales debe
participar la juventud del PSUV; en líneas generales estos compañeros no
aparecen, cuando deberían ser ellos los que dirijan esta decretada forma
organizativa. Esto es reflejo de que el partido no dirige nada, solo se limita
a recibir instrucciones del gobierno, dándole un contenido de dependencia y no
de independencia y autonomía.
El presidente Maduro proviene de las
filas del sindicalismo, pero su gobierno es una mezcla de factores
militares, empresariales, movimientos sociales y sindicales. La toma de
decisión se hace por cooptación, en una dirección vertical donde se funde el
partido con el gobierno; en varios entornos la frontera entre el gobierno, el
partido e incluso el Estado es invisible. Un vistazo al gabinete, las
gobernaciones y las alcaldías en manos del PSUV, permite comprender la
distribución heterogénea del poder, donde el enroque de los dirigentes es
permanente, prescindiendo de grandes cambios.
Así mismo, El tipo de dialéctica
entre dirección y espontaneidad, entre forma y contenido, se debe hallar en el
interior mismo del partido, siempre que esté bien organizado. Es precisamente
esto lo que contempla la fórmula centralismo democrático, que por
oposición al centralismo burocrático es el criterio de un partido
realmente progresista, de una organización capaz de llevar a cabo su misión
histórica. El marco de dirección, que asegura la eficacia y coherencia,
conserva su importancia, pero hay que hacer todo lo posible para evitar que “se
endurezca mecánicamente en la burocracia”. Hay que supeditar la lógica de la
acción y del movimiento histórico a la lógica burocrática de la organización, a
fin de no apartarse de la perspectiva de emancipación sociopolítica.
Si estudiamos con detalle la forma
organizativa del PSUV, nos daremos cuenta de que lo que predomina es
el centralismo burocrático, lo cual no se debe a impulsos desde abajo,
sino que viene dado por órdenes desde arriba. En ese sentido, el partido se
separó de las masas y de su propia base militante, las cuales se encuentran en
un estado de pasividad total, lo que conduce a un verdadero “fetichismo
organizativo”, ya que esta última se ha convertido en su propio fin, que vale
en sí y para sí misma, al margen de sus vínculos con las clases que lo
componen, sin las que, no obstante, no sería nada. En esta situación, por muy
honrados y eficaces que sean los “jefes”, al final se impone la lógica
burocrática. La conservación y la fuerza del propio partido pasan a ser los
únicos motivos de su acción, y el horizonte de la abolición de la organización
desaparece. Por esta razón, el centralismo burocrático debe considerarse reaccionario,
porque el partido pasa a formar parte del orden vigente.
Dentro
del PSUV hay corrientes que de alguna manera forcejean para llevar a la
militancia del PSUV y de sus corrientes, políticas revolucionarias y
socialistas, pero hasta ahora no se ha visto que estas corrientes inclinen la
balanza en favor de la transformación de este partido. Entonces, o las bases
del PSUV le dan un vuelco a los métodos verticales y transforman el partido en
un herramienta para la revolución socialista o este, como está ocurriendo
cristalizará en partido reformista electorero22.
¿Democracia
Socialista?
Hablar de “transición socialista” es
otra forma de ideologizar nuestro proceso, no se puede presumir de esta
“democracia participativa y protagónica” como transición al socialismo
sin la participación efectiva y real de la clase trabajadora y el poder popular.
El proyecto de transición depende de la democracia real y no de la formalidad
representativa que impera bajo el capitalismo, la cual, a pesar de que
supuestamente dejamos atrás la democracia representativa la seguimos aplicando.
Para avanzar hacia el socialismo debe
prevalecer la democracia real, esta es la única instancia efectiva para
verificar el cumplimiento del plan que nos tracemos, para modificar metas y
ajustar objetivos y resolviendo por consenso y en última instancia por votación
todos los dilemas económicos que se nos presenten. El autoritarismo burocrático
puede terminar provocando resultados más nefastos que el manejo capitalista, al
sustraer de todo rumbo socialista el desenvolvimiento de la sociedad y lo que
es peor aún, darle un contenido falso al verdadero socialismo. Mientras que los
empresarios administran el capitalismo para acumular beneficios, los burócratas
siempre oscilan entre preservar sus privilegios con frágiles sistemas
autocráticos o convertirse ellos mismos en una clase capitalista. De esta
manera, la burocracia para mantener sus privilegios impide los cuestionamientos
a su administración y a las metas expuestas en cualquier plan central. Por esta
razón se disuaden las innovaciones en los procesos productivos y en las tareas
que deben llevar adelante los servidores públicos y se generaliza la aversión
al riesgo y la despreocupación por la calidad de los productos y de los
servicios.
La
democracia será primordial para cualquier proyecto de transición futura, es y
debe ser el mecanismo para que la población pueda optar entre distintos cursos
de acción y estas acciones solo se adoptan con un conocimiento real de la
situación económica. Existen modalidades para la vigencia de las decisiones de
las grandes mayorías, la participación popular no es, necesariamente sinónimo
de democracia directa ni tampoco la presencia obligatoria de cualquier
ciudadano en los debates de la gestión. Sería caricaturesco pensar que en una
democracia socialista todos discuten de todo en todo momento, de lo que se
trata es de conseguir formas de deliberación que otorguen mayor igualdad
efectiva y mayor posibilidad de expresión al conjunto, lo que puede introducir
mayor compromiso popular a la implementación de lo resuelto por la mayoría23.
Entonces, no se trata de que todo se discuta y se apruebe por direcciones
elitescas ubicadas por encima de la clase popular y trabajadora.
Los
hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y
propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas
las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales,
los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se
verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que
toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la
fuerza de determinadas clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas
clases, solo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las
fuerzas que pueden -y por su situación social, deben- construir la fuerza capaz
de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para
la lucha24.
El asunto de la democracia, no
debemos reducirla al simple hecho burgués por demás, de convocar al pueblo todo
a ir a elecciones y si este es el caso, una vez realizado el llamado y lograda
la victoria, se debe garantizar, no solo la participación activa y protagónica
sino el control directo de la gestión de gobierno por parte del pueblo
organizado.
La forma vertical (y en muchos casos
represiva) de dirección, conspira contra el principio básico de fomentar la
participación activa y protagónica del poder popular y la clase trabajadora en
la transición al socialismo.
La democracia comenzará a operar de
manera esencial cuando las decisiones centrales se encuentren efectivamente
sujetas al aval mayoritario y en este caso no nos referimos al simple sufragio
sino a la decisión directa de la clase trabajadora y el poder popular a través
de mecanismos para tales fines y garantizando el control y seguimiento por
parte de estas mayorías y no de elites ni de burócratas. En una real transición
socialista esto verificará el cambio hacia la democracia efectiva.
Una traba en nuestro gobierno, en la
medida en que muchos de sus integrantes vienen de movimientos sociales, de
partidos de izquierda y de protesta con una identidad política de izquierda, es
que se han asumido como vanguardia. Como si ya supieran las necesidades
del pueblo. Es así como se ha perdido el espacio para el debate, donde la
diversidad de la gente organizada pueda proponer de manera efectiva. La
participación política la transformaron en aprobación por aclamación, lo que la
hace sumamente pobre. La “izquierda” que maneja el aparato de estado está
inmersa en fuertes dinámicas propias de estos aparatos y esto a su vez los
transforma como personas, a través de los espacios nuevos en los que se mueven,
las lógicas del cargo les brindan otras experiencias y comienzan a moldear sus
horizontes políticos y su cultura. Su subjetividad se transformó o afloró, se
incorporaron al ejercicio del poder. Es así como, si no hay un correctivo por
parte del poder popular y la clase trabajadora organizada y fuerte, que pueda
exigir, reclamar, que pueda corregir, protestar, y también criticar, nuestro
proyecto se verá obligatoriamente desviado.
____________________________
NOTAS
1.
Kohan. Marx y La Teoría Crítica
Latinoamericana. CIPEC. Editorial Trinchera, C.A.
3.
Kohan. Marx y La Teoría Crítica
Latinoamericana. CIPEC. Editorial Trinchera, C.A.
4.
Iñaki Gil de San Vicente. Autogestión
socialista versus autogestión reformista.
5.
Iñaki Gil de San Vicente. Autogestión
socialista versus autogestión reformista.
6.
Kohan. Marx y La Teoría Crítica
Latinoamericana. CIPEC. Editorial Trinchera, C.A.
14.
Kohan. Nuestro Marx. La Oveja Roja.
15.
Ibar Varas. Riesgos de la Ideología.
Editorial Trinchera, C.A.
21.
Gramsci y el problema del
partido. Yohann Douet
22.
Inspirado y adaptado de El Partido y
la Revolución de Nahuel Moreno.
23.
Katz. El porvenir del socialismo.
Monte Ávila Editores Latinoamericana
24. Katz. El porvenir del socialismo. Monte Ávila
Editores Latinoamericana
Colaborador: José Aubéric B.