Jesús Ordoñez Caicedo
Escritor
colombiano-canadiense
Hacer
cambios políticos favorables a los pobres del mundo ha
sido siempre
un camino empedrado de grandes dificultades, mucho dolor, un parto sin anestesia. Sin embargo, la historia de los pueblos
ha parido titanes enraizados
en esos anhelos, gigantes
motivadores de pueblos que mueven los andamios
para que caigan los de arriba. Latinoamérica
sigue en semejante tarea, en una lucha desigual contra unas minorías con mucho
dinero y poder que, con todo
tipo de guerras se imponen sobre las mayorías, a veces silenciosas, a veces
rebeldes pero sin
acción, otras, reclamando sus derechos
a vivir con comida, con educación,
salud, un poquito de recreación y unas piecitas para dormir en familia. No es
mucho lo que piden, y no lo piden regalado,
creen que hay que trabajar para obtenerlo. Pero, cómo trabajar la
tierra si sus dueños la volvieron
fincas de recreo,
pastizales para sus caballos y vacas, medio
de atesorar su riqueza
sin sembrar
comida, sin pagar
impuestos. ¿Cómo
trabajar en una industria que no existe? Lo que queda son los empleos en los
servicios que no
alcanzan para tanto
muerto de hambre que deambula por ahí en busca de un trabajito.
La osada lucha de los
latinoamericanos, bolivianos,
ecuatorianos, nicaragüenses, salvadoreños, y muy especialmente, la
de los
venezolanos que enfrentan hoy los embates
de una
oposición interna y externa trabajando en llave para
destruir los
sueños de una vida menos dura son todavía
opciones en peligro. Sólo la fuerza que da la unión podrá
garantizar el futuro de
tales propuestas. Es por esto, que las fuerzas progresistas de
Latinoamérica y el mundo, como lo hacen las fuerzas retrógradas contra los
pobres del planeta, debemos soltar el
mismo grito unánime: ¡basta de agresiones contra Venezuela! Será lo mínimo que podemos hacer por cambios en
nuestra América. El Espectador, El Tiempo, RCN, Caracol, Uribe, los
industriales, los paramilitares, los terratenientes, y toda la godarria colombiana
incluyendo las iglesias
clasistas católicas y cristianas ya están
unidos, todos contra
Venezuela y su propuesta de cambios a favor de los sin tierra, sin casa, sin
salud, sin trabajo, sin dientes, sin comida, sin nada.
Es
hora también de
nuestro grito, nuestra voz en todas las
formas posibles. Artistas colombianos,
poetas, músicos, cantores, escritores, teatreros, pintores, cineastas,
grafiteros, amas de casa, obreros, sindicalistas, estudiantes, unidos
todos, que se escuche nuestro rugir, el
grito de solidaridad con la Venezuela calumniada hasta el delirio por los
poderosos del mundo. Este apoyo dará fuerza
y moral para continuar la batalla contras esas guerras que
pretenden: guerra a
la producción, guerra de divisas, saboteos
a la economía, a
la infraestructura,
a las comunicaciones, desmoralización
del pueblo mediante argucias para desprestigiar a los líderes con acusaciones
sin pruebas que los medios nacionales e internacionales, en manos de los
poderosos, esparcen
como verdades. Algunas de estas acusaciones son las ya tradicionales contra
opositores: narcotráfico,
apoyo al terrorismo, derechos humanos, libertad de expresión, democracia,
corrupción, fraude electoral, acciones todas que ellos han
hecho siempre contra sus propios pueblos. Los principales medios que utilizan
para repetir estas mentiras son las
agencias de noticias internacionales, cadenas de televisión como CNN, CARACOL, RCN, de marcada
tendencia contra
los pueblos que reclaman lo que les pertenece, redes de internet, periódicos, emisoras, sermones
de jerarcas
católicos y cristianos, discursos
políticos cargados de mentiras en contra de la revolución humanista del
gran latinoamericanista Chávez.