Niños de siete años fabrican las baterías de tu “smartphone” en la República del Congo
Millones
de personas disfrutan de los beneficios de las nuevas tecnologías,
pero rara vez se preguntan cómo se fabrican los dispositivos que
utilizan a diario
Regresa
la polémica para las grandes tecnológicas tras la última
investigación de Amnistía Internacional y Afterwatch sobre la
explotación infantil en las minas
de cobalto de
la República Democrática del Congo. En un informe bautizado como
“Por esto morimos: abusos de los derechos humanos en la República
Democrática del Congo” se sigue el rastro del cobalto. Desde su
extracción por niños en las minas del país africano (en muchos
casos, menores
de siete años),
hasta su transformación en baterías de ion de litio. Las mismas que
llevan los 'smartphones' de nuestros bolsillos.
"La
imagen de esos niños cargando sacos llenos de rocas a través de los
túneles angostos de las minas de cobalto y sufriendo problemas
pulmonares, contrasta con el “glamour” de los escaparates
de las tiendas de móviles",
lamenta Mark Dummett, investigador y responsable de Derechos Humanos
y Negocios de Amnistía Internacional.
En
la República Democrática del Congo, se
extrae la mitad de todo el cobalto mundial.
El 40% del que se transforma en las tripas del gigante chino Huayou
Cobalt procede de este país. La ONG prueba en su investigación cómo
los comerciantes compran cobalto procedente de zonas donde el trabajo
infantil en las minas está generalizado. Luego ese cobalto se vende
a Congo Dongfang Mining (CDM), compañía bajo el paraguas de Huayou
Cobalt. Y de ahí pasa a fábricas de componentes chinas y
surcoreanas que hacen baterías para Apple, Microsoft, Samsung y
Sony.
Pasaba
24 horas en los túneles. Llegaba por la mañana y me marchaba al día
siguiente. Tenía que hacer mis necesidades en la mina
El
escándalo no afecta solo a las tecnológicas. El cobalto también
está presente en las baterías de los coches eléctricos que
utilizan empresas como Volkswagen y que fabrican empresas como
Daimler.
Solo una de las compañías admite la conexión
Amnistía
Internacional se ha puesto en contacto con 16 multinacionales que
utilizan mineral procedente de estas zonas. Solo
una de ellas admitió la conexión con
los fabricantes y, por ende, con los procesos extractivos. Seis
dijeron estar investigando estos procesos internamente y cinco
negaron toda conexión con Hauyou Cobalt. Ninguna de ellas ha
proporcionado detalles que permitan verificar el origen del cobalto
de sus baterías.
"Millones
de personas disfrutan de los beneficios de las nuevas tecnologías,
pero rara vez se preguntan cómo se fabrican. Es momento de que las
grandes corporaciones se responsabilicen de la extracción de las
materias primas que conforman sus aparatos", denuncia Dummett.
24 horas sin ver la luz del sol
Amnistía
Internacional habló con 87
mineros, 17 de los cuales eran niños. Hacían
en muchos casos jornadas de más de 12 horas diarias en la mina, por
entre uno y dos dólares diarios. Sus testimonios son desgarradores.
"Mi madre adoptiva quería que fuera al colegio, pero mi padre
adoptivo estaba en contra. Pasaba 24 horas allí abajo, en los
túneles. Llegaba por la mañana y me marchaba a la mañana
siguiente. Tenía que hacer mis necesidades en la mina", relata
Paul, un huérfano de 14 años.
Trabajan
en muchos casos sin guantes, sin trajes protectores y sin
mascarillas. Multiplicando el riesgo de contraer enfermedades de
pulmón y problemas de piel. “Los riesgos para la salud y la
seguridad convierten a la minería en una de las peores formas de
trabajo infantil. Unas empresas cuyas ganancias globales ascienden a
125.000 millones de dólares no pueden afirmar con credibilidad que
les resulta
imposible comprobar de dónde proceden los
minerales esenciales para sus productos”, denuncia Mark Dummett.
Según
datos de Unicef, en 2014 había alrededor
de 40.000 niños trabajando en las minas del sur del país,
muchas de ellas de cobalto. Al menos 80 murieron en su interior entre
septiembre de 2014 y diciembre de 2015. La cifra es irreal, ya que
muchos de los accidentes ni siquiera se registran y los cuerpos
quedan enterrados bajo las rocas.